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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Internet es una revolución de tal naturaleza, que probablemente solo podrá explicarse dentro de algunos años. Tenemos frente a nosotros la mayor Biblioteca de Alejandría que el ser humano ha sido capaz de crear. Esa biblioteca, tiene bibliotecarios, que además también son autores,: gente concienciada de su importancia, y que aporta valor permanentemente a sus contenidos: uno de ellos es José Saramago y otro también la Fundación que lleva su nombre.

Internet, suponiendo tamaña revolución, ha fabricado la sociedad más informada de la historia pero también la más desconcertada, la que más orientación y más respuestas necesita…

Saramago y Pilar del Río visitando radiocable.com

Como he tenido la oportunidad de conocer de cerca el proyecto de la Fundación y la propia actividad del autor en la red, soy muy consciente de que tanto Saramago, como la Fundación José Saramago, le otorgan un papel muy destacado a la red, a la sociedad conectada y la experimentación con este fenómeno.

José Saramago ha estado actualizando su blog personal, cada día, -en pausa, ahora, para empezar a escribir su nueva novela- e incluso la web de la fundación está sufriendo permanentementes y profundas transformaciones para adaptarse a ese mundo. Ahora,  el objetivo de la misma es convertirse en un medio de comunicación sobre la cultura, pero con una mirada transversal: la mirada a la cultura según la óptica social de José Saramago. Allí caben desde sus mensajes de felicitación a Obama por el Nobel, a noticias de campañas de Greenpeace.

Pero tengo un ejemplo que retrata muy bien el interés que suscita la red Internet en Saramago y en Pilar del Río: Hace unos días publiqué en radiocable.com una noticia sobre su nueva novela. Resulta que Pilar del Río lo descubrió en Internet, nada más ser publicado, y se hizo una fotografía con José leyendo esa noticia en un ordenador portátil. Fue gracioso porque me la envió para que la incluyera y lo hice, con una leyenda que señalaba: «esta pasando, lo están viendo»…

Pero esta mirada inquieta, creativa, sobre Internet se produce además, en un contexto histórico, de conexión social de gran importancia y el papel que deben jugar los intelectuales en esta nueva nueva sociedad conectada es fundamental. Esto es algo nuevo en la historia.

Porque el papel de los intelectuales se ha complicado. Antes podían limitarse a describir el mundo, ahora no es suficiente: la gente ya sabe cómo es el mundo, lo que no sabe es interpretarlo. Lo que la gente necesita ahora son respuestas, una guia, una orientación. Explicaciones ante el desconcierto. Quizá porque el mundo que estamos descubriendo no nos gusta demasiado. Y ese es precisamente el papel que mejor sabe hacer el Nobel.

Saramago dijo un día que el había pasado de observar la estatua a mirar la piedra, a analizar su composición, su textura. La fortuna ha querido que el escritor viva un tiempo en el que sus mensajes tienen mucha capacidad de difusión y digo la fortuna, porque sus lectores, sus seguidores, tenemos una herramienta que nos permite acceder a él, a sus reflexiones, a sus respuestas a cuestiones cotidianas que van desde la política a la literatura.

Que esa inquietud social existe lo prueba el hecho de que el mensaje humanístico del Nobel tiene una alta capacidad de ignición en la red. Sus palabras se reproducen en todo tipo de blogs y foros, e incluso llegan a portada de agregadores como menéame, donde los usuarios son los que deciden si las noticias tienen importancia para llegar a la portada , y vaya si la tienen.

Porque no se trata sólo de un intelectual que describe lo que sucede, es un intelectual que explica lo que ocurre.

Su mensaje se ha integrado con mucha naturalidad -en un medio que es complejo-, y siempre consigue una gran notoriedad, una gran repercusión. No es sencillo de alcanzar ese objetivo. Primero porque él se ha apasionado con un fenómeno que dominaron antes otras generaciones. Lejos de asustarse, como ha ocurrido con otros intelectuales, Saramago se entusiasmó con el fenómeno.

Pero que sea entusiasta no quiere decir que acepte todo lo que llega con la etiqueta de la tecnología. Está muy lejos de ser un tecnodeterminista. ?l ha criticado la piratería de los libros por ejemplo, pero lo ha hecho abanderando la lucha contra el «capitalismo autoritario» que convierte la cultura -novelas, discos, ensayos- en productos de mercado. Un «riesgo a largo plazo» que, Saramago advierte que no debe quedar oculto tras el peligro inmediato que supone la piratería. Dice el Nobel que si caemos en ese engaño se acabará por convertir a Cervantes en un productor de contenidos, en un mero inversor, y al Quijote no en una obra magna sino en su mayor oportunidad de negocio, «aunque él nunca se enterara»,

También ha analizado otros fenómenos muy novedosos y a veces de forma crítica. Para describir el interés de Saramago por la nueva fenomenología de la red, de sus oportunidades y de sus riesgos tengo una experiencia: Un día que vino a casa le enseñé SecondLife, y caminos juntos durante un rato por ese mundo virtual…

Imagen de previsualización de YouTube

Su análisis sobre ese fenómeno es muy relevante, porque Saramago, había descrito en «La Caverna» y en «El hombre duplicado» la importancia de la realidad y la inquietud humana por encontrar lugares a los que evadirse. ¿Corremos el riesgo de perder la identidad?¿Por qué queremos sumergirnos en otras realidades virtuales?,

Pues seguramente porque como dijo una vez el propio autor, «el mundo puede llegar a ser, una auténtica pesadilla, de hecho lo es para mucha gente»…

«Para quien se está muriendo de hambre la realidad no es huidiza es algo que está allí. Se puede filosofar mucho acerca de la realidad, de si lo que vemos es lo que es y todo eso, pero hay que reflexionar sobre los hechos que tienen que ver con la situación del mundo, de las 6.000 millones de personas que lo habitan y cómo están viviendo. Aparentemente es el prototipo de un mundo feliz, pero feliz para unos cuantos. El mundo es una pesadilla y podría no serlo, porque existen los medios para no serlo».

En definitiva, el autor pertenece a esta nueva realidad social, es consciente de su importancia. Gracias a sus iniciativas y a las de su Fundación, nosotros, los lectores, los ciudadanos, obtenemos respuestas a las complejidades de este mundo. ?l, como digo, es consciente de que la sociedad conectada, la sociedad informada pero desorientada, necesita respuestas. Es consciente aunque no lo sepa -y lo sabe porque aunque dice no tener ninguna misión en la vida, matiza: «Si tuviera alguna, mi misión sería no callarme, que es una misión de mi propia conciencia, y es esa conciencia la que me impide callar»-.

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