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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Hablar de tortura y de Eta es hacer una incursión por territorios pantanosos. Tanto por los manuales que se les han incautado, como por sus declaraciones, se ha establecido que tienen por norma denunciar torturas tras su detención sean verdad o no.  No es, sin embargo, según los jueces, lo que ocurrió en el caso de Portu y de Sarasola:

«La sentencia relata que los cuatro guardias civiles condenados insultaron gravemente, amenazaron de muerte y golpearon a ambos etarras desde instantes después de producirse su detención, en los mismos vehículos policiales en que los trasladaban y continuaron durante los cinco días de incomunicación que permite la legislación antiterrorista» , -cuenta El Mundo

El caso -y no parece casual- emerge en un momento muy concreto, con ETA a punto de emitir un comunicado y con una democracia que necesita dar pruebas de su honestidad borrando toda sombra de prácticas predemocráticas.

Pero que las denuncias puedan ocasionar dudas -y en este mismo caso el juez ha establecido que otra parte de la misma era falsa- no significa, sin embargo, que no deban ser investigadas escrupulosamente siempre. Porque pueden tener fundamento y a veces lo tienen.

Diversas organizaciones internacionales, solventes y de independencia acreditada, han denunciado que en España se tortura de forma «más que esporádica e incidental», y aunque aclaran que esto no es sistemático, sólo la advertencia debería ser motivo de escándalo. Que una organización como Amnistía Internacional señale a nuestro pais es motivo de vergüenza para cualquier demócrata. Y no solo lo ha denunciado AI. Dos relatores de la ONU, lanzaron advertencias y recomendaciones concretas a España y Human Rights Watch llegó a decir que si bien las denuncias de torturas no son algo habitual, tampoco constituyen un caso aislado.

España tiene la obligación de poner en marcha todos los mecanismos y recomendaciones de Naciones Unidas y de otras organizaciones para prevenir la tortura. Pero además tiene que concienciar a sus políticos de que no valen ni excusas ni medias tintas.

Cuando se conocieron las acusaciones contra los guardias civiles Rubalcaba salió en su defensa dando crédito a la teoría de la violencia durante la detención: ??es la versión que me ha proporcionado la Guardia Civil y que yo aquí quiero hacer mía?. Ahora que el juez se ha pronunciado cabría esperar, por lo menos, algún tipo de explicación … porque hablar de responsabilidades políticas ya parece una quimera en este país.

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