La agencia europea de estadísticas Eurostat asegura que en 2009 la Unión Europea incrementó su población en 1,4 millones, dejando la cifra global del bloque de los 27 miembros en 501,1 millones de habitantes el 1 de enero de 2010. Y el 63% por ciento de ese incremento – casi 900.000 personas – se debió a la inmigración. Pero paradojicamente, esa subida es menor de lo esperado, ya que el flujo de llegada de extranjeros a Europa se ha reducido, ralentizando el crecimiento demográfico.


(Foto: Flickr/Maitresinh)

Los datos de Eurostat refuerzan el problema del envejecimiento de la población de la UE. Los cálculos más pesimistas hablan de que en 2030, una cuarta parte de la población tendrá más de 65 años y en 2050 la edad media pasará a ser de 49 años (10 más que en la actualidad).

En general, la población creció en 20 países de la UE, entre ellos España, y bajó en ocho. Donde más se incrementó fue en Reino Unido, Francia e Italia. Mientras que Alemania fue el país donde más mermó la población, seguido por Bulgaria y Rumania.

Para España, Eurostat refleja que en 2009 hubo 495.000 nacimientos y 391.000 muertes. Esto deja un indice de crecimiento natural de 103.000 habitantes. A esto hay que añadir la llegada neta -con las salidas descontadas del número de entradas- de 58.000 inmigrantes, lo que deja una cifra de incremento de población de 161.000.

Sin embargo, la constatación del descenso de la llegada de inmigrantes se analiza como un dato preocupante, dado que se sigue viendo como imprescindible para solucionar los problemas demográficos.   Italia fue el país europeo menos afectado por esta bajada y registró el mayor número total de inmigrantes  con 318.000. El Reino Unido fue el segundo con 182.000. En el bando opuesto, Irlanda figura como el lugar que más tasa de migración neta ha perdido, registrando 40.000 entradas menos.

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