El portal Vertele.com llevó la semana pasada a su portada el siguiente titular: «El último superviviente de Cuatro no lo es tanto como parece». En la noticia criticaban que el aventurero presentador, Bear Grylls, «suele pasar días alejado de la civilización en supuestos lugares remotos para dar lecciones de supervivencia» y, sin embargo, en un episodio grabado en el volcán Kilauhea «varios espectadores descubrieron que el programa utilizó paisajes de fácil acceso».

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Lo cierto es que el propio programa advierte de que algunas de las situaciones son dramatizadas. Sin embargo en la red se preguntan por los peligros que podrían correr quienes decidiera poner a prueba los consejos de Bear Grylls. ¿Es arriesgado que un programa de televisión induzca a confundir ficción con realidad de esa manera?

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