«… quisiéramos llamar su atención sobre un aspecto de las realidades económicas, que disfraza de verdad técnica lo que es, sobre todo, ideología. Lo sospechoso de todo proyecto social.

Desde el primer segundo de su vida, los planes sociales, aunque no alcancen ni para comprar chocolate al loro, ya parecen poner en peligro nuestros equilibrios. Si son para dentistas, madres, pensiones, niños, salarios, los euros no son euros sino bombas de relojería, que amenazan el presente y llenan de nubarrones el futuro. Y se miran las cifras de frente y de perfil, como sospechosas, aunque no sumen ni para comprarse un delantero centro.

Pero resulta que, al mismo tiempo, en la misma jornada, los problemas que proceden del nebuloso mundo financiero se despachan como inexorabilidades geológicas. Decimos «turbulencias», crisis del crédito hipotecario americano, «subprimes», y ya es suficiente. Si hay que enchufar la manguera e inyectar miles de millones al sistema, se inyectan. Los que especularon con operaciones temerarias y nos llevaron al borde del precipicio (personas, bancos, etc.) saben que llegará el séptimo de caballería, o sea el dinero de todos, a su rescate. Y bajaremos tipos de interés, o lo que haga falta, tenga los ceros que tenga. A eso le llamamos hoy economía, pero es pura ideología. La defienden algunos que se dicen de izquierdas….»

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