E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington. Las detenciones realizadas entre los integrantes de una milicia «cristiana» radicada en Michigan deberían convencer a los escépticos de que existen motivos de peso para ocuparse del fundamentalísimo anti-gobierno de la extrema derecha – y de los potenciales actos de violencia – en la era Obama.

Pongo la palabra cristiana entre comillas porque cualquiera que planee asesinar agentes de las fuerzas del orden, como la acusación federal afirma que planeaban los integrantes de la milicia Hutaree, no es seguidor de Cristo. Según la fiscalía federal, los Hutaree – el término no viene en mi diccionario, pero su página web afirma que significa «guerrero cristiano» — están convencidos de que sus enemigos incluyen a los «agentes estatales y locales del orden, considerados ‘soldados de a pie’ del gobierno federal, las agencias federales del orden y los trabajadores y colaboradores del ‘Nuevo Orden Mundial’, y cualquiera que no comparta las creencias de los Hutaree».

Según el sumario, el grupo llevaba dos años planeando asesinar agentes de la policía local, estatal y federal. «Posibles actos de esa naturaleza que fueron debatidos», reza el auto, «incluían el asesinato de un agente de las fuerzas del orden tras un control de tráfico, el asesinato de un agente del orden junto a su familia en el domicilio, tender una emboscada a un agente del orden en comunidades rurales, atraer a un agente del orden con una llamada de emergencia falsa y después matarlo, y asesinar a un agente del orden y a continuación atacar el cortejo fúnebre» con explosivos caseros.

Nueve miembros de los Hutaree son mencionados en el auto de la acusación. Ocho fueron detenidos durante las operaciones llevadas a cabo por el FBI durante el fin de semana en Michigan, Ohio e Indiana; un sospechoso se encuentra en paradero desconocido. La página web del grupo muestra a los integrantes vestidos de camuflaje paseando por bosques durante maniobras «de formación». Podría ser gente jugando al paintball una tarde, si no fuera por la demencial retórica sobre «la espada y la llama» y la página, etiquetada como «Equipo», que contiene enlaces a varias armerías. Junto a numerosos delitos relacionados con la licencia de armas de fuego, los Hutaree están acusados de sedición.

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El episodio pone de manifiesto lo obvio: durante décadas, la amenaza más grave del terrorismo nacional ha procedido de las filas crecientes de los grupos paranoicos de odio anti-gobierno que deben su inspiración, su vocabulario y su indignación a la extrema derecha.

Es engañoso que los principales referentes de la retórica incendiaria de la extrema derecha resten importancia a grupos como los Hutaree diciendo que hay «locos en ambas partes». Esto simplemente no es cierto.

Hubo un tiempo en que la extrema izquierda era caldo de cultivo de la violencia política. La primera gran noticia que cubrí fue el proceso de la heredera de San Francisco Patricia Hearst, que había sido secuestrada y finalmente absorbida por el Ejército Simbiótico de Liberación – un colectivo de extrema izquierda cuya filosofía era igual de apocalíptica e incoherente que la de los Hutaree. Hay veteranos radicales en Cuba hoy que llegaron a la Habana secuestrando aparatos comerciales en la década de los años 70. Los radicales de la extrema izquierda sembraron el caos y se llevaron vidas inocentes.

Pero en su mayoría, los actos de violencia perpetrados en este país por la extrema izquierda han seguido los pasos del traje Larry y el vehículo compacto Gremlin. Un movimiento antiglobalización, que incluía a unos cuantos anarquistas aficionados a romper cristales, gana fuerza en algún momento, pero rápidamente pasa a la historia tras los atentados del 11 de septiembre de 2001. Un grupo ecologista y un colectivo de defensa de los derechos de los animales han sido relacionados con incendios provocados. Más allá de estos detalles, es difícil identificar alguna amenaza de la vertiente izquierdista.

Por el contrario, se ha registrado un crecimiento exponencial entre los colectivos de extrema derecha de corte marcial que se identifican como supremacistas blancos, «constitucionalistas», detractores fiscales y soldados religiosos decididos a matar para proteger los valores «cristianos». La mayoría de los grupos que suponían una amenaza real, como presuntamente suponían los Hutaree, se han visto infiltrados por topos y desmantelados por las autoridades antes de poder causar algún daño real. Pero no debemos olvidar que el peor acto de terrorismo nacional perpetrado nunca en este país fue obra de un miembro del ala derecha contraria al gobierno: el atentado de Timothy McVeigh contra la sede de los federales en Oklahoma City.

Es deshonesto por parte de los tertulianos de derechas insistir en que no existe una equivalencia. El peligro de la violencia política en este país emana de forma mayoritaria de una única dirección — la derecha, no la izquierda. El ácido discurso de odio contra el gobierno que se vierte a diario desde los debates radiofónicos — y con bastante regularidad en las concentraciones de los detractores fiscales – no está calculado para informar, sino para incitar.

Los demagogos gritan a la gente que su gobierno es ilegítimo, que su país ha sido «robado», que sus funcionarios electos son «traidores» y que sus libertades corren peligro. Tienen derecho a la libertad de expresión, que siempre voy a defender. Pero no debería sorprendernos que algunos oyentes les crean a pies juntillas.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.
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