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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Actualización: A sugerencia de Pancho Varona retitulo, (evocando a «La fiesta del chivo»):

 

«La fusta del divo«

Lo vi con estos ojos. Un muchacho, de unos 16 años o 17 años, se acercó hasta la conferencia que impartía Mario Vargas Llosa en Madrid. Se aproximó tímidamente con una aparatosa grabadora, tan humilde y desencajada como su apariencia.

Se acercó hasta el escritor, decía, y le preguntó con educación, -esquivando otros micrófonos y a otros periodistas-, si podía formularle una pregunta. El escritor buscó en la grabadora alguna marca identificativa. No había logotipos importantes, ni reconocibles en aquel aparato y el joven apuntó tímidamente que se trataba de una emisora de barrio, local. El escritor, altivo, le miró y contestó con desdén, «después«.

Creo recordar que se produjo una pausa en aquel acto, o quizá pasasen simplemente unos minutos, pero observé que los periodistas de la sala aprovechaban para pulular alrededor del hombre. El niño reportero, que parecía todavía más chico de la edad que declaraba, volvió a acercarse a él como los demás, recibiendo de nuevo una mirada y una excusa gélida.

El acto terminó y cuando Vargas Llosa se dirigía hacia su coche, el muchacho volvió, suplicante,  -señor Vargas Llosa, me dijo que quizá, luego, contestaría una pregunta. El escritor le miró y con cara de incomodidad acorralada asintió, concediendo. Fue una pregunta menor sobre algún acontecimiento de actualidad que salpicaba en aquellos días a nuestro país. -Usted que vive en el exterior, desde esa tribuna, como observa lo que etc, etc…

Vargas Llosa, el Nobel, el hombre al que tantos elogian hoy, levantó la barbilla y con gesto de superioridad masculló algo así como «¿y para preguntar esto me está usted persiguiendo?». Se giró, dando media vuelta, subió al coche y se largó con sus anchos cojones. El chico se quedó allí, de pie, con la cochambrosa grabadora en la mano, mientras Vargas Llosa abandonaba la escena.

Probablemente la pregunta no fue lúcida. Vamos, conociendo hoy como conozco al individuo de la grabadora, estoy en disposición de asegurar que no debió serlo, pero, honestamente, siempre he pensado que la talla intelectual y humana habita, más bien, en el territorio de las respuestas. Como quedó constatado aquel día.

Recuerdo con cierta precisión todo aquello, a pesar de que han pasado alrededor de veinte años, porque ese periodista tan chico y con cara de niño, que parecía todavía más joven de la edad que declaraba, se llamaba Fernando Berlín, hoy con 36.

Los seres humanos tenemos la dudosa cualidad de retratar a los demás en virtud de nuestros propios prejuicios. Por eso, a mí, no me produjo una emoción especial el anuncio del nuevo Premio Nobel de Literatura. No me gusta su vertiente política, ni me gusta su actitud vital.

Es posible, como me dijo ayer una buena periodista, Pilar del Río, tratando de defenderle cariñosamente, que en el fondo se me estuviera entregando un regalo. Gracias a aquella anécdota hoy recuerdo tal encuentro y de lo contrario, si hubiera contestado desde esa tribuna, como observa lo que etc, etc… mi experiencia con Mario Vargas Llosa habría sido enterrada entre los tantos y tantos que pasarón por aquella grabadora después, hasta que se dio por vencida.

Bien. Pues a pesar de todo aquello, reconozco que nadie como Vargas Llosa ha retratado mejor el camino de depravación moral al que puede conducir el exceso de poder en el ser humano. «La fiesta del Chivo» es una obra donde, con precisión quirúrgica, han quedado atrapadas muchas conductas políticas contemporáneas. Es un Nobel altamente justificado, por tanto, en términos literarios.

Que lejos queda sin embargo, aquel otro premio Nobel, llamado Saramago, cuyo timbre pulsé una noche irrumpiendo en su cena, para suplicar una entrevista. Aquel hombre, solemne, me invitó a pasar y me dijo: -estoy cenando unos huevos fritos, ¿quieres?

Pd1. Como han dicho Andrés y Chande en facebook: Por eso «uno esta en nuestro corazón, y al otro lo tenemos en nuestra biblioteca.»

Fernando Berlín

9-oct-2010. Madrid

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13 Replica a este post
  1. En fin, no se ni como he venido a parar aquí, cosas de la blogosfera…

    Unas cosas. ¿Ahora se juzga a la gente por su simpatía? Extraño comportamiento.
    De todas formas, una cosa es definirse como un liberal y otra bien distinta actuar como un liberal.

    Se encumbra, por otra parte, a Saramago, pero alguien en su sano juicio puede apoyar el comunismo. ¿no tenemos memoria? El comunismo es un régimen DICTATORIAL/TOTALITARIO.

    Por otra parte, recuerdo al de la grabadora, esto es una democracia LIBERAL y vivimos en un estado LIBERAL. Organización política que emana del liberalismo, de los cuales, uno de sus precursores es Montesquieu.

    ¿Preferimos la dictadura o la democracia liberal? Ustedes eligen,…

    Reitero, una cosa es definirse liberal, y otra actuar conforme a principios liberales.
    Y, teniendo en cuenta, quien preside la fundación del nobel laureado, me tomaría con mucho cuidado el ‘liberalismo’ del laureado.


    Espabila, di NO a la reserva fraccionaria.

  2. Estoy de acuerdo con la reflexión de Josefina. Yo no he visto que se esté encumbrando a Vargas Llosa personalmente salvo en medios conservadores. Es complicado encontrar una crítica justa a su talento literario en foros de discusión sin la consecuente puntualización de su «bajo» perfil humano. Yo no comulgo con sus ideas y no me es especialmente simpático. Detesto la prepotencia que luce y derrocha en gestos y tono de voz (y disculpadme si es ésta una mala impresión). Ahora bien, es un escritor extraordinario y por ello merece este premio. Cuando una persona afín a nosotros tiene un mal gesto tendemos a justificarle y explicar que es cuestión de formas. Pero si alguien que nos es especialmente antipático lo hace, conservamos esa espina de rencor clavada y le atribuimos un valor moral hasta tildar al individuo de mala persona. Me imagino que aquel señor al que Fernando Fernán Gómez insultó públicamente tendría mucho que decir de las formas del autor, pero no de su talento ni de su fondo humano, que igualmente seguirá desconociendo.
    A estas alturas deberíamos saber que un intelectual no tiene por qué ser mejor persona que nosotros, ni un rico, ni un pobre? Simplemente los errores en las formas tienen distinto calado en nosotros según nuestra sensibilidad. También hay personas correctas que esconden odio y maldad. Ser buen escritor, buen actor, buen cantante o buen periodista no significa ser mejor persona. Yo diría que casi todos los genios, vistos de cerca, tienen carencias a nivel humano. Hablamos del Nobel de literatura, un premio que reconoce el talento y bagage literario de un determinado escritor ¿cierto? Me niego a hacer de un reconocimiento literario un galardón personal. Para mí nunca lo ha sido. El artista ha de tener sensibilidad artística, lo cual no quiere decir que la tenga como ser humano. He coincidido con personas de gran prestigio profesional en distintas ocasiones y a veces me he topado con comportamientos indeseables. Personalmente me importa un bledo cómo es Vargas Llosa y dado que defiendo la libertad de expresión, no puedo considerarle malvado por decir lo que piensa. ?l es libre de opinar lo que le de la gana, como Dario Fo. No es nadie para darme lecciones morales, desde luego, como tampoco Saramago lo era. Tendría que conocerlos de verdad para poder tener una opinión al respecto y ellos también tendrían que conocer mi vida. Ya veríamos entonces quien tiene mayor autoridad moral. Pero como literatos son genios y agradezco su existencia en ese sentido. Entiendo tu antipatía hacia él y como Josefina te animo a que nunca olvides ese feo, por si un día eres tú el que estás al otro lado del micrófono.
    Un abrazo