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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Volvió el mensaje político del rey, con el que saluda cada año a los ciudadanos. Lo veo siempre con interés pues en términos informativos es claramente la noticia de esta noche.

Nunca he sido precisamente antimonárquico, de la misma manera que nunca he sido precisamente monárquico. Me limito a observar con interés esa institución.  Pero no es el asunto de este post. Quizá otro día.

El de este año ha sido muy político, sí. Y con el interesante detalle de posar junto a la foto de la Selección nacional de fútbol, allí donde quizá hubo una foto de familia, porque no imagino yo que esa sea la foto que colorea habitualmente el tradicional salón desde el que se rodó el mensaje, -supongo.

Tras escuchar al rey, como digo, con atención, lo que sí que me pregunto es ¿qué objeto tienen estos mensajes? ¿a quién va dirigido? ¿De verdad alguién cambiará su conducta por sus palabras? ¿somos una sociedad necesitada de paternalismos?

Un ejemplo. El monarca dijo:

«no caben actitudes individuales ni colectivas de indiferencia o de egoísmo, que a la postre nos dañan a todos»

Y me imagino a alguién con esa actitud individual, no colectiva, indiferente y egoista, pensado en sus propios intereses en lugar de en los de su pais, pero viendo al Rey. Y me lo imagino mañana, en pleno acto de constricción, decidiendo arrimar el hombro, apostando por construir en lugar de deteriorar. Pues no. No me lo imagino.

Las palabras son eso, palabras.

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1 replica a este post
  1. ¿Cómo compatibilizar una monarquía como la Española, con los principios de igualdad y de justicia?… Pues ni Aristóteles…
    Ya dejemos de joder con la inspiración divina con el que Carlomagno adujo provenían los reyes… Estamos en el siglo XXI…
    De una buena vez, debemos comenzar a debatir entre todos los españoles y cuando digo todos… me refiero a todos, si queremos mantener a esta nobleza, tal vez tan sólo para poner en orden aquello de igualdad y justicia sin aditivos ni encantamientos.