Del caso Murdoch celebro que se ponga coto al abuso de la libertad de expresión y de la libertad de prensa. Lo digo sin rubor, el abuso -así, en genérico- se puede identificar con claridad, simplemente basta con reconocer cuándo cercena otros Derechos.

Los periódicos de Murdoch están bajo sospecha de practicar escuchas electrónicas y hacer lucro de ellas sin consentimiento. Todavía son muchos, entre ellos imagino que una gran parte de la audiencia de NoW, que esta forma de violencia ilegitima les parece una banalidad pero, recordando a Bertolt Brecht, cuando se trata de transigir en los Derechos Humanos: primero fueron por ellos, luego vinieron por mi. Así es la vida, reconozcámoslo.

El bien de la intimidad se ha trasformado radicalmente, pero sigue siendo un bien, sigue existiendo y por ello no estoy en lo absoluto resignado a que los humanos decidamos colectivamente reorganizándonos en una civilización sin Derecho a la intimidad. Si la intimidad es importante en el presente, mucho más lo será en el futuro.

La coincidencia de violadores -de la intimidad- y una concretísima línea editorial -mejor decir, linea política- es digna de estudio. Pero no se hará, Murdoch y sus versiones locales son demasiado poderosas… O no?

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