Stephen Burgen, de The Guardian, resalta que el caso de la Infanta Cristina sigue generando un gran interés fuera de España y es mucho más «vendible» desde el punto de vista periodístico mientras que el resto de casos de corrupción del país «aburren». Considera que está teniendo un impacto sobre la marca España, aunque lo que más está dañando la imagen del país es la colección de casos de corrupción y la falta de reacción del gobierno: «El problema parece más del cesto que de las manzanas». Y apunta que, pese a todo, tiene la sensación de que la Justicia está persiguiendo a la Infanta con más vigor que otros casos como el de Pujol o la Gürtel.

Stephen Burgen apunta que en el extranjero: «el caso de la Infanta Cristina es mucho más vendible que los muchos casos de corrupción de políticos a los que por desgracia nos hemos acostumbrado. Pero como ella es la hermana del rey, es una princesa, desde el punto de vista periodístico es mucho más interesante. Aunque a mi me sorprende bastante que la Justicia parece que está persiguiendo a la Infanta con más vigor y entusiasmo que otros casos como el de Jordi Pujol, Felix Millet o la Gürtel. Y no sé por qué, aunque nunca he creído que la Infanta vaya a la cárcel.»

Y señala: «Desde el punto de vista de la Justicia, resulta un poco complicado explicar a los lectores internacionales que en este caso hay en cierta forma dos fiscales que están discutiendo como perseguirlo. Parece que Horrach que ha introducido ahora la doctrina Botín está en una pequeña guerra con Jose Castro y esto cuesta explicarlo desde el punto de vista del periodista».

En cuanto al impacto del caso Noos en la marca España, el corresponsal asegura: «No creo que fuera de España, la gente sea muy consciente de los otros casos de corrupción. Yo personalmente como periodista no puedo vender una historia de corrupción de políticos porque mis jefes están aburridos del tema. La de la Infanta es más «sexy» porque es una princesa y parece raro que sea corrupta. Pero la imagen y la marca España han sufrido bastante por todos los casos de corrupción y la falta de reacción del gobierno».

Stpehen Burgen añade: «Cuando Rajoy dijo el otro día que España no es un país corrupto, pareció una broma. No digo que todo el mundo sea corrupto, pero sí que parece que el problema es más del cesto que de las manzanas. Desde el punto de vista de hacer negocios, España no es visto como un país corrupto. No es África, pero si que existe la sensación de que quien entra en la vida política, lo hace para robar dinero público. En Reino Unido, no somos santos, pero nadie entra en la vida política para eso, porque hay demasiados obstáculos.»

En cuanto a si una renuncia a sus derechos dinásticos de la Infanta Cristina cambiaría la percepción del caso e interesaría en el extranjero, el corresponsal sostiene: «No. No me parece un gran tema. No creo que fuera muy interesante para los lectores internacionales.»

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