No solo cerebro: la médula espinal tiene un papel en el sexo más relevante del esperado
Un estudio en ratas y ratones revela que el circuito espinal no solo interviene en la eyaculación masculina de mamíferos, sino también en la excitación y en el coito. Hasta ahora, se pensaba que solo el cerebro podía orquestar estos comportamientos. En Sinc detallan la investigación que abre una nueva puerta en la comprensión del comportamiento sexual en los mamíferos.
Un estudio en ratas y ratones revela que el circuito espinal no solo interviene en la eyaculación masculina de mamíferos, sino también en la excitación y en el coito. Hasta ahora, se pensaba que solo el cerebro podía orquestar estos comportamientoshttps://t.co/ziHnd0l1jv
— SINC (@agencia_sinc) September 23, 2025
La investigación, que se publica en la revista Nature Communications, revela un circuito espinal clave que no solo interviene en la eyaculación, sino también en la excitación y en la configuración de la coreografía del sexo, lo que añade una nueva dimensión a la comprensión del comportamiento sexual en los mamíferos.
Como explica en un comunicado Susana Lima, investigadora del Laboratorio de Neuroetología de la CF y autora principal del estudio, “la médula espinal no es solo una estación repetidora pasiva que ejecuta las órdenes del cerebro”. En realidad, dice Lima, “integra los estímulos sensoriales, responde a la excitación y ajusta su respuesta en función del estado interno del animal. Es mucho más sofisticada de lo que imaginábamos”.
Según Lima, en los machos, la eyaculación es un marcador claro y observable: se puede ver en la actividad muscular. Por eso, el equipo comenzó con una pregunta aparentemente sencilla: ¿qué neuronas controlan el músculo responsable de la eyaculación? “El músculo en cuestión es el bulbospongioso o BSM”, explica Constanze Lenschow, coautora principal y ahora jefa de grupo en el Instituto INCIA de la Universidad de Burdeos. “Se encuentra justo debajo del pene y es fundamental para la expulsión del esperma. Cuando un macho eyacula, el BSM se activa con un patrón de ráfagas característico. Es como la firma de la eyaculación”, dice.
Mapeo de la ruta de neuronas y músculos
Para rastrear los orígenes de esta señal, el equipo utilizó técnicas de trazado neuroanatómico para mapear la ruta desde el BSM hasta sus neuronas motoras, las células que le ordenan directamente que se contraiga.
En estudios previos con ratas ya se había identificado un grupo de neuronas espinales que expresan una molécula llamada galanina (Gal) como clave en el proceso de eyaculación. A partir de esta base, el equipo trabajó con ratones modificados genéticamente en los que las neuronas Gal⁺ emitían fluorescencia roja. Bajo el microscopio, observaron que los axones —prolongaciones encargadas de transmitir señales— de estas neuronas se superponían con las neuronas motoras de la BSM, lo que apuntaba a una conexión directa.
Además, comprobaron que estas células no solo se dirigían al músculo responsable de la eyaculación, sino que también establecían vínculos con otras regiones implicadas en la erección y el control autónomo del proceso. El equipo demostró, asimismo, que las neuronas Gal⁺ reciben información sensorial procedente del pene.
El estado refractario
En ratas, la estimulación de estas neuronas provocaba la eyaculación de forma consistente. Sin embargo, en ratones, no se obtuvo el mismo resultado. “Pudimos activar el BSM, pero la estimulación de las neuronas Gal⁺ nunca desencadenó una eyaculación real”, explica Lenschow. “Y, a diferencia de lo que ocurre en las ratas, al repetir la estimulación de las Gal⁺, la respuesta del BSM se debilitaba. Era como si el sistema entrara en un estado refractario tras esa primera activación”.
Un hallazgo clave fue que solo se registró una actividad robusta del BSM en ratones ‘espinalizados’, es decir, aquellos a los que se les había eliminado la entrada cerebral. Esto sugiere que el cerebro ejerce un control inhibidor sobre el circuito espinal, bloqueándolo activamente hasta que se alcanza el umbral necesario para que ocurra la eyaculación.
Es decir, las neuronas Gal⁺ reciben información sensorial, sopesan las señales internas y externas, inician el patrón motor que termina en la eyaculación y luego se apartan. Además, si el ratón ya había eyaculado, la estimulación Gal⁺ no funcionaba: el BSM simplemente no respondía. Eso indicó al equipo que estas neuronas no solo coordinaban la eyaculación, sino que estaban integrando el estado interno del animal. En otras palabras, la médula espinal parecía ‘saber’ si el ratón había eyaculado recientemente o no.

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