Por si había aún dudas sobre la huella que ya está teniendo el calentamiento global y la crisis climática en el planeta, la Organización Mundial de Meteorología ha detallado el incremento de temperaturas en la región del Ártico y ha ratificado científicamente un dato sin precedentes: los 38º C registrado en junio de 2020 en la estación de Verkhoyansk, Rusia.

El récord de 38ºC –una temperatura «más propia del Mediterráneo», según señala la propia OMM– se midió en el marco de una prolongada y excepcional ola de calor siberiana acontecida en el verano de 2020. Esto provocó de hecho numerosos incendios que devastaron la zona y acabaron con gran parte de las masas de hielo del territorio.

Pero además Verkhoyansk, la ciudad rusa donde está la estación meteorológica en la que se ha confirmado el nuevo récord, se sitúa a 115 kilómetros del círculo polar ártico y es conocida por ser la localidad más fría del planeta, con –67º C en 1892. La preocupación por el impacto del cambio climático en el Ártico se ha agudizado tras constatar que la subida de temperaturas se está produciendo además a un ritmo más rápido que otra regiones.

El verano de 2020 fue además el tercer periodo estival más cálido de la historia, según la OMM y las temperaturas medias estuvieron 10º C por encima de los valores habituales. Y se da la circunstancia de que en 2020 en la otra punta del globo, en la Antártida también se registrado temperaturas sin precedentes de 18,3º C en verano.

Desde la OMM han explicado de que la crisis climática está detrás de este último récord y de la tendencia clara de calentamiento de la región ártica. Y alertan de que las consecuencias de este fenómeno para el resto del planeta no se limitan a la pérdida de masas de hielo y la posible subida del nivel del mar, sino también al riesgo de que se derrita el permafrost. Se trata de la capa de suelo que permanece permanentemente congelada y que contiene en su interior ingentes cantidades de carbono orgánico que en caso de liberarse a la atmósfera y aceleraría aún más el cambio climático.

A este riesgo habría que añadir el de provocar accidente o vertidos por fallos en las infraestructuras de la zona. La Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica de EEUU (NOAA) de hecho ha divulgado su informe sobre el Ártico y que evidencia cómo la región se está transformando a un «estado dramáticamente diferente».

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