La UE creó en 2017 un Reglamento para afrontar crisis energéticas que creaba 13 grupos de riesgo para favorecer la cooperación regional -con interconexiones y GNL- entre países cercanos geográficamente ante disrupciones de suministro de gas. Y en el actual contexto de guerra en Ucrania, dependencia del gas ruso y riesgo de que se pudiera cortar el suministro, un artículo en The Conversation aborda la posibilidad de cubrir la demanda gracias a esa solidaridad. Se cita de hecho un estudio que muestra que la utilización coordinada de las infraestructuras permitiría a los países de la UE cubrir globalmente hasta el 97% de su demanda de gas natural ante una interrupción total del gas procedente de Rusia durante dos semanas.



Muchos países de la UE han invertido en plantas de regasificación de gas natural licuado que llega por mar.
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José María Yusta Loyo, Universidad de Zaragoza

La Unión Europea se encuentra inmersa en un proceso de transición energética hacia un futuro escenario 100 % renovable. Sin embargo, mientras no se desarrollen proyectos de almacenamiento de electricidad a gran escala para cubrir la intermitencia de la energía eólica y la energía solar, los sistemas eléctricos continuarán dependiendo de fuentes convencionales, entre ellas las centrales eléctricas alimentadas con gas natural. Estas plantas de generación desempeñan actualmente un importante papel en la seguridad del suministro eléctrico.

Asumiendo que el gas natural es un combustible de transición para apoyar el desarrollo de energías renovables a corto y medio plazo, se espera que su demanda disminuya a largo plazo. Esta perspectiva limita las inversiones futuras en nuevas capacidades de infraestructura de transmisión y almacenamiento de gas.

Además, la conflictiva situación geopolítica actual va a acelerar el proceso de descarbonización de la Unión Europea para reducir su dependencia de las importaciones de gas natural de Rusia (en torno al 40 % del total), como han anunciado recientemente las autoridades comunitarias.

Políticas energéticas nacionales y comunitarias

La interrupción del tránsito de gas ruso a través de Ucrania en 2006 y 2009 ya dejó importantes afecciones a la industria y los ciudadanos, particularmente en 2009.

Como reacción a estos sucesos, el Parlamento Europeo aprobó dos reglamentos: el Reglamento (UE) 994/2010 y, posteriormente, el Reglamento (UE) 2017/1938. Su objetivo era limitar los efectos de las interrupciones de gas mediante la cooperación entre los Estados miembros y la mejora de la seguridad del suministro europeo.

Desde entonces, los países de la UE han realizado muchas inversiones en nuevas interconexiones transfronterizas, almacenamientos subterráneos de gas y plantas de regasificación. Estas últimas con objeto de diversificar el origen del abastecimiento de gas por vía marítima (gas natural licuado o GNL).

Curiosamente, algunos países, entre ellos Alemania, fiaron su suministro únicamente al abastecimiento por gasoducto, principalmente con gas procedente de Rusia. Algo que se ha demostrado como una estrategia muy vulnerable. Otros, como España y Francia, han diversificado notablemente su aprovisionamiento en los últimos años gracias a su apuesta por el gas natural licuado.

Las normativas europeas no buscan reemplazar el rol de los países en la definición de sus políticas energéticas. Su objetivo es favorecer el apoyo mutuo entre países productores de gas natural, países importadores de gas natural licuado, países de tránsito de gas por gasoductos y el resto de Estados de la UE. También se han propuesto mecanismos de cooperación similares en el sector eléctrico para hacer frente a posibles riesgos en las infraestructuras.

Mecanismos para afrontar las crisis energéticas

El Reglamento (UE) 2017/1938 insta a cada uno de los Estados miembros de la UE a elaborar sendos planes preventivos y de emergencia para afrontar y gestionar situaciones de crisis de suministro de gas natural, ya sean en el propio país o en los países vecinos.

Por otro lado, una de las principales innovaciones de este reglamento es la creación de 13 grupos de riesgo ante crisis de suministro de gas natural. Es una forma de favorecer la cooperación regional entre los países integrantes.

Un grupo de riesgo está formado por un conjunto de Estados miembros, cercanos geográficamente, que comparten rutas de suministro y riesgos en caso de crisis de aprovisionamiento. Además, se encuentran conectados por gasoductos transfronterizos. Así, pueden intercambiar flujos de gas entre ellos de forma relativamente ágil.

Según el planteamiento en materia de cooperación regional del citado reglamento, si un Estado miembro sufre algún tipo de disrupción en su red gasista nacional que afecte de manera importante al suministro y no pueda ser solucionada con medidas nacionales, debería solicitar primero ayuda a los Estados pertenecientes a su grupo de riesgo. En el caso de que esta no fuese suficiente, contactaría con el resto de países miembros de la UE.

Este auxilio prestado a un Estado en crisis por otros territorios vecinos en situaciones de emergencia se denomina “mecanismo de solidaridad”. Para ayudar a definir las disposiciones jurídicas, técnicas y financieras entre los países miembros que permitan la aplicación del mecanismo de solidaridad, entre ellos la forma de pago del gas enviado a un país vecino, la Comisión Europea publicó la Recomendación (UE) 2018/177.

Uso coordinado de las infraestructuras energéticas

En un reciente trabajo de investigación publicado en la revista Energy Strategy Reviews, ofrecemos medios para cumplir los objetivos del Reglamento (UE) 2017/1938, es decir, proporcionar un enfoque más cooperativo, reducir el impacto de las interrupciones del suministro de gas y abordar las posibles vulnerabilidades en algunos Estados miembros, reveladas en la investigación.

En el estudio, proponemos una metodología matemática de optimización para maximizar la cobertura de la demanda de gas natural en la UE durante una crisis de suministro de catorce días. La herramienta facilita estrategias para usar mejor los recursos e infraestructuras disponibles.

Demostramos cómo la utilización coordinada de las infraestructuras permitiría a los países de la UE cubrir globalmente hasta el 97 % de su demanda de gas natural ante una interrupción total del gas procedente de Rusia por gasoducto durante dos semanas de invierno, considerando una demanda máxima de gas y los almacenamientos subterráneos en niveles mínimos de existencias.

En este caso, los países de Europa Sudoriental resultarían más vulnerables a las interrupciones de gas de Rusia. Por su parte, la península ibérica y Grecia estarían más expuestas a interrupciones del suministro de gas licuado por vía marítima.

En definitiva, la cooperación es un valor fundamental para que los países europeos puedan enfrentar los retos del futuro inmediato, en un escenario de elevada incertidumbre respecto del gas natural procedente de Rusia.

Las inversiones realizadas en los últimos años en la UE para mejorar la seguridad del suministro y los planes para diversificar el abastecimiento, junto con la disponibilidad de instrumentos de cooperación y mecanismos de solidaridad, pueden ayudar a afrontar en mejor posición las posibles contingencias.The Conversation

José María Yusta Loyo, Profesor titular de universidad. Experto en mercados energéticos e infraestructuras críticas, Universidad de Zaragoza

Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

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