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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Del Ministro Celestino Corbacho, con quien yo he tenido algún enfrentamiento en televisión por su política de inmigración, tengo una opinión positiva, en terminos humanos. Corbacho parece una buena persona y es un profesional valiente.

Es uno de los Ministros más valientes, si, pues a pesar de haber tenido que protagonizar algunas medidas muy polémicas, nunca ha eludido su responsabilidad con los ciudadanos, y siempre se ha mostrado dispuesto a explicarlas personalmente en los medios de comunicación. Eso, aunque parezca increible, es toda una anomalía política. Le honra y le pido disculpas por manifestarme ahora en los términos en los que voy a hacerlo.

Corbacho sin embargo se convirtió -no sé si a su pesar o con su complacencia- en la cuota pragmática del gobierno de Zapatero, como dije en 59 segundos. En realidad no fue el único pero su llegada al Ministerio de Trabajo e inmigración dió el pistoletazo de salida al discurso de la «realpolitik». Una pena pues hasta ese momento la música era seductora e ilusionante.

A Corbacho se le invitó al Ministerio entre otras cosas por la gestión que realizó de la inmigración en el Ayuntamiento de Hospitalet de Llobregat cuando era alcalde. Una gestión que nunca debió ser celebrada como referente.

En el Ministerio, Celestino Corbacho amplió su visión y estableció una inquietante relación estatal entre inmigración, derecho a la residencia y trabajo. Se alejó así de las esperanzas de miles de progresistas de enmarcar la inmigración en el humanismo, en la solidaridad, en la igualdad, en la justicia, y en el infortunio de haber nacido aleatoriamente en un lugar deprimido.

Sea como fuere, en el gobierno se le consideraba uno de los mejores activos. Que Zapatero pida que se incorpore al equipo de cataluña escenifica de nuevo que el Presidente está dando una importancia prioritaria a los movimientos electorales y que está involucrándose personalmente en la confección de ciertas candidaturas. Asume una gran responsabilidad como Secretario general del PSOE, porque la jugada -como la de Trinidad Jiménez- no está exenta de riesgos.

No queda muy claro, por ejemplo, a qué electorado pretende dirigirse en cataluña con este movimiento.
La eficacia en número de votos, -de trasladar a un ministro a unas elecciones locales por su popularidad-, siempre es dudosa y uno tiende a pensar que a la hora de movilizar al electorado deberían pesar más otras cualidades de los candidatos: capacidad de liderazgo, de seducción…. y ¿que tal el programa político?.

Porque, ¿cual es exactamente el valor electoral de Corbacho para los progresistas? ¿su política de inmigración? ¿el abaratamiento del despido que proclama su Ministerio? ¿que sea el protagonista del estiramiento de la edad de jubilación?

…no sé, a mi no me suena muy atractivo.

Insisto. Corbacho parece una buena persona y un profesional valiente pero no tengo muy claro si es un valor electoral para la izquierda.

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