Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Comenzó siendo un debate moral. Nos resultó incluso conmovedora la rebeldía de Jacques Juillard, cuando hace unas semanas, en «Le Nouvel Observateur», pedía el boicot a los Juegos de Pekín y se preguntaba, con voz perdida en el desierto: «hasta cuándo seremos víctimas de nuestras imposturas». El prestigioso escritor francés añadía: «pido respeto para nosotros mismos y nuestros valores».

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Recordaba la catarata de atentados contra los derechos humanos que se daban en China y que el mundo fingía ignorar. En ese momento, las voces más conspicuas pensaban lo contrario de Juillard; no es el momento, hay que ayudar a China y no ponerle pegas. Los Juegos Olímpicos servirán para que el régimen chino se abra. Teníamos, pues, el poder económico de China, horizonte de todos los sueños de negocio del planeta, frente a unos pocos que se resistían a aceptar que se blanqueara un régimen político tiránico. Samaranch decía en «El País»: «no hay que politizar los juegos». Juillard respondía: «estos juegos son una operación política» como los de Berlín en mil novecientos treinta y seis, cuando sólo Mendes France se atrevió a oponerse a la apoteosis publicitaria preparada por Hitler.

Así estaba el debate. Pero hoy ya es otro porque las protestas tibetanas, el contagio, la televisión y la sociedad global han creado una gran ola. Y el COI y los grandes poderes han empezado a plegar algunas velas. Un nuevo dato de la nueva realidad, su capacidad de generar mareas, y de que se conviertan en mega acontecimiento con capacidad de influencia inmediata. Continuará….»

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