Los palestinos son siempre víctimas en Líbano. Durante la guerra civil en el País de los Cedros hace dos décadas fueron perseguidos y atacados por los israelíes, por las milicias libanesas y por el movimiento Amal. Ahora son nuevamente objeto de ataques militares. El ejército libanés, con la excusa de matar a presuntos milicianos del grupo Fatah al- Islam, está bombardeando sin pudor alguno un lugar poblado por 31.000 civiles palestinos. Están muriendo inocentes. El gobierno de Líbano lleva tiempo paralizado por una crisis política y se enfrenta a una dura oposición representada por varias facciones, incluída Hezbolá. Ante esta situación, pareciera que el ejecutivo libanés intenta sacar músculo y mostrar que es todavía es fuerte. Qué mejor, para ello, que atacar a los más débiles: los palestinos. Esta vez les toca a los del campamento de refugiados de Naher el Bared, donde hay milicianos de Fatah al Islam, una  organización de la que unos dicen que está ligada a Al Qaeda; otros la relacionan con el gobierno sirio, y hay quien afirma, entre ellos el prestigioso periodista Seymour Hersh, que Fatah al Islam podría haber recibido dinero del propio ejecutivo libanés, dispuesto a apoyar a todos aquellos que no sean aliados de Hezbolá. Un palestino que en 1982 sobrevivió a la matanza contra los campamentos de Sabra y Shatila me decía esta mañana, a través del hilo telefónico: «Les veo por la tele huyendo de Naher el Bared y me veo a mí hace veinticinco años, buscando un nuevo hogar». No hay límites en las actuaciones militares ni condenas rotundas de la comunidad internacional cuando de lo que se trata es de las vidas de los palestinos.

Print Friendly, PDF & Email