Un nuevo informe de la ONU alerta de un ciclo desigualdad-pandemia en el que las sociedades más desiguales sufren brotes más graves y respuestas menos eficaces. El caso más claro fue el COVID-19, pero el patrón se repite en otras crisis como la del VIH. La dependencia contra el SIDA emite una serie de recomendaciones para romper el ciclo.


La desigualdad no solo agrava el impacto de las pandemias, sino que también las hace más probables, y más letales y costosas, según el Programa de la ONU contra el VIH-SIDA (ONUSIDA). En un nuevo informe han advertido que las brechas sociales y económicas están debilitando la capacidad del mundo para enfrentar las crisis de salud.

El estudio, elaborado tras dos años de investigación y consultas en distintos países, concluye que las desigualdades dentro y entre los países actúan como un motor de las pandemias, mientras que estas, a su vez, profundizan las brechas sociales, creando un círculo vicioso.

Un ciclo que se repite

El informe alerta de un ciclo desigualdad-pandemia en el que las sociedades más desiguales sufren brotes más graves y respuestas menos eficaces. El caso más visible fue la pandemia de COVID-19, pero el patrón también se observa en crisis como las del VIH, el ébola o la influenza, cita el documento.

Según los datos del estudio, los países con mayores niveles de desigualdad registraron tasas de mortalidad mucho más altas por COVID-19 y VIH. En Brasil, por ejemplo, las personas sin educación básica tuvieron varias veces más probabilidades de morir durante la pandemia que quienes completaron la escuela primaria. En Inglaterra, quienes vivían en sitios hacinados presentaron una mortalidad significativamente superior.

Además, las desigualdades internacionales aumentan la vulnerabilidad global, alerta la publicación, y explica que mientras los países de renta alta gastaron cuatro veces más que los de renta baja para enfrentar el COVID-19, la falta de recursos en muchas naciones impidió una respuesta eficaz y permitió la propagación del virus. El informe agrega que la distribución desigual de vacunas y tratamientos, favoreció la aparición de variantes resistentes y nuevas infecciones.

De la pandemia a la pobreza

Desde el inicio del SIDA, la desigualdad de ingresos ha crecido en la mayoría de los países. La pandemia de COVID-19 aceleró esa tendencia: 165 millones de personas cayeron en la pobreza mientras las grandes fortunas aumentaron más de un 25%.

ONUSIDA destacó que en la actualidad, más de la mitad de los países de bajos ingresos están en riesgo de crisis de deuda, lo que limita su capacidad para invertir en salud y protección social. “La desigualdad no es inevitable, es una elección política y peligrosa que amenaza la salud de todos”, sostuvo Monica Geingos, una de las autoras del informe, y llamó a los líderes del G20 a actuar al respecto.

Por su parte, Michael Marmot, otro de los expertos que elaboraron el estudio, aseveró que si se redujeran las desigualdades en vivienda, trabajo, educación y protección social, “disminuiría el riesgo de pandemias desde su origen”.

Cuatro pasos para romper el ciclo

El informe recomienda un nuevo enfoque de seguridad sanitaria basado en cuatro pilares:

Eliminar las barreras financieras internacionales, incluyendo una moratoria de deuda hasta 2030 y la creación de mecanismos automáticos de financiación para emergencias; invertir en los determinantes sociales de la salud -como vivienda, nutrición y empleo- para reforzar la resiliencia social; impulsar la producción local y regional de medicamentos y tecnologías sanitarias, con reglas más flexibles sobre propiedad intelectual en tiempos de crisis y finalmente, incluir a las comunidades y organizaciones locales en la gestión de pandemias, con estructuras de gobernanza multisectorial que integren salud, derechos humanos y participación ciudadana

El Premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz, coautor del estudio, subrayó el impacto económico de las malas decisiones políticas: “Las pandemias son también crisis económicas. Si se responde con austeridad y deuda cara, se debilitan los sistemas de salud y educación, y las sociedades quedan más expuestas”.

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