Se llama RoboBee, ha sido desarrollado en Harvard y es el primer robot híbrido que puede volar, sumergirse en el agua, nadar, salir de ella y aterrizar de nuevo en tierra. Está inspirado en los insectos y el primer prototipo tiene de hecho el tamaño de una abeja, apenas dos centímetros. Pero sus creadores creen que podría ser útil en misiones de rescate, estudios y monitorización ambiental.

El dron de última generación ha sido desarrollado por un equipo de la Harvard John A. Paulson School of Engineering and Applied Sciences (SEAS) y del Wyss Institute for Biologically-Inspired Engineering también de Harvard. Y el mayor reto ha sido lograr que tuviera una transición directa entre aire y agua, algo que en la naturaleza no se da.

Asi por ejemplo para superar el problema de que el agua tiene mil veces más densidad que el aire, las alas de Robobee se diseñaron para que pudieran cambiar de intensidad dependiendo del entorno. Y la flotabilidad del dron puede se ha logrado mediante una cámara que recolecta el líquido que le rodea y en la que hay integrada una placa electrolítica que produce oxihidrógeno, lo que dota al robot de más flotabilidad y le permite sacar sus hélices fuera del agua.

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