Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Lo primero, cambio de imagen, que no es poco. El resto, tendrá que esperar al congreso de junio. Hasta entonces, Rajoy está condenado a hacer equilibrios. Pero hay también desconcierto. El Partido Popular duda sobre la naturaleza de la renovación que tiene que hacer: de personas, de estrategia, de táctica. Incluso muchos en sus filas creen que no hay necesidad de renovar nada, pues diez millones de votos les avalan. No van a llegar muy lejos si no diagnostican bien su situación. Nuestro punto de vista es el siguiente: el PP va con cuatro años de retraso. Durante la legislatura que acaba de terminar, los populares parecieron trabajar para ganar las elecciones del 2004, las que ya habían perdido, en vez de trabajar para ganar la del 2008, que aun no se habían celebrado. Quedaron atrapados en su propia amargura, el viscoso rencor de algunos llegó a cegar a todos, y no hubo acción, palabra o iniciativa que no tuviera una misión vengadora, un sentido justiciero. Rajoy fue transformado, o se transformó, en un animal político extraño, una especie de hipocampo o de grifo, cabeza con plumas y cuerpo de león. Tibio con arranques feroces, centrista radical de derechas y extravagancias así. La renovación del PP es de perspectiva. Si mira hacia adelante verá que tiene que hacer lo que ya debía haber hecho y que le sobran las personas que debieron salir en el 2004. Ahora sólo falta que Esperanza Aguirre abra los ojos. Sus escuderos externos no solo son un problema para su partido. Han logrado que ella misma sea considerada un problema en su propio partido.»

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