Dos apuntes sobre dos grandes asuntos de la actualidad. Txeroki, su detención es un gran éxito, ETA tiene un problema muy serio: la creciente eficacia policial, y más con la excelente colaboración actual entre España y Francia. Pero ETA tiene un problema letal: su escasísima influencia política en Euskadi. Peor aún: desde hace mucho tiempo la banda terrorista perjudica las posibilidades políticas que dice defender, los que siguen apoyando a los pistoleros, menos cada vez, lo hacen por compañerismo místico, gregarismo o miedo.

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Ya no por estrategia ni por táctica ni por nada con sentido político. No cabe mayor fracaso.

Cumbre de Washington, ¡qué discusión tan tonta la de la refundación o no del capitalismo! Desde que los sumos sacerdotes del ultraliberalismo empezaron a nacionalizar bancos y otras entidades financieras, estaban enterrando la doctrina que predicaban. Nos encontramos en un tiempo nuevo, diferente, en el que el sanedrín de los poderosos ha tenido que abrirse a países hasta ahora desdeñados y en el que se han propuesto acciones que hace unos meses pasarían por traición: «que el dinero de los estados respalde inversiones en conocimiento, investigación, energía, infraestructuras…», eso han decidido. ¿Ponemos nombre a esa política? En Washington pasaron de puntillas para no humillar al anfitrión, George Bush (por cierto, ¡qué mal amigo Aznar! Deseó en «Le Figaro» que la historia hiciera justicia a Bush, ¡qué crueldad!). Un reparo serio a la cumbre de Washington es que diera por borrado el pasado. El gran desastre tiene culpables, a la Justicia corresponde detenerlos y juzgarlos y a la cumbre le hubiera correspondido identificar y condenar para siempre las figuras financieras y los comportamientos corruptos. Finalmente, aguardamos ahora, en España como en todo el mundo, las medidas concretas del Gobierno. Lo mas lógico es que el PP las apoye y mande callar a esos portavoces de boca grande y cerebro chico, demasiado chico para la importancia del momento que estamos viviendo.»

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