Las aguas del país son uno de los lugares más peligrosos para navegar -los casos del Playa de Bakio o del Ponant francés han sido solo dos ejemplos de una realidad constante- y Mogadiscio, la capital somalí, ya era de por si, tres Irak, el destino más arriesgado para cualquier periodista, pero el secuestro de tres informadores hace unos días ha disparado nuevas alarmas.

Amanda Lindhout, una de las periodistas secuestradas

Aun no está del todo claro si la motivación de la acción fue política o económica, aunque más voces se inclinan por esta última y creen que en breve llegará una petición de rescate. Y lo preocupante es que periodistas que han trabajado en Somalia como David Axe denuncian que el secuestro pudo llevarse a cabo con la colaboración de alguien del propio equipo de seguridad de los informadores. Lo que podría indicar que los periodistas se han convertido en blanco y ya no pueden confiar en sus guardaespaldas.

Los secuestrados han sido identificados. Se trata del fotógrafo australiano Nigel Brennan, de la periodista canadiense Amanda Lindhout y el reportero somali Abdifatah Mohamed Elmi. Además de ellos también fue capturado el chofer que llevaban.

El blog From the frontline que está siguiendo el caso al detalle, apunta de hecho a los vulnerables que resultan estas dos últimas víctimas. Brennan y Lindhout son un «botin valioso», pero sus colaboradores locales -sin los cuales el trabajo de los occidentales en Somalia sería imposible- no tanto y suelen resultar los más perjudicados.

En junio pasado, Naster Dahir, el corresponsal de la BBC en Somalia fue asesinado a tiros y la Unión Nacional Somalí de periodistas tiene un informe sobre los periodistas fallecidos en el país por tratar de cubrir una guerra y un conflicto que parece interesar muy poco en Occidente. Y un reportaje de Hornafrik colgado en Youtube muestra imágenes de las situaciones a las que tienen que enfrentarse alli los reporteros

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