El liderazgo español en materia de aceite de oliva no es únicamente en cuanto a volumen -donde España está en cabeza desde hace años y produce más del 50% del mundial-, sino también en cuanto a calidad. El Palacio de los Olivos ha sido distinguido este año como el número uno en la clasificación mundial de aceites de oliva virgen variedad picual de EVOO World Ranking y acumula más de 20 premios internacionales. Pero además otro aceite, el Mil del Poaig valenciano se ha alzado con otro «título», el de aceite más caro del mundo.

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Los aceites españoles acostumbran a encabezar rankings internacionales, pero el Palacio de los Olivos de variedad picual que se produce en la finca Los Palacios, en el Campo de Calatrava (Ciudad Real) ha destacado este año acumulando más de 20 premios internacionales. Entre ellos el Gold Medal Los Angeles Extra Virgin Oil 2018, el SOL D´ORO Italy o el IK Great Taste Award.

Esto ha permitido al aceite que produce la empresa familia Olivapalacios liderar la clasificación del EVOO World Ranking. Y estos reconocimientos internacionales a su vez han provocado que en la actualidad el 70% de la producción total de Palacio de Olivo se exporte al exterior, sobre todo a países asiáticos y también a EEUU y Europa.

Por su parte el Mil del Poaig ha logrado hacerse con el título «no oficial» de aceite más caro del mundo: 130 euros el medio litro. Su secreto es que procede de olivos milenarios en la región del Maestrazgo, entre Castellón y Teruel. Hace justo 10 años, en 2008, Joaquin Solano y Manuel Arnao lanzaron un proyecto para poner en valor el fruto de estos árboles creando un producto gourmet de alto standing.  Y cuando la revista estadounidense Time lo distinguió en 2011 como uno de los «cien mejores y más lujosos productos del año», su fama se disparó y aterrizó en los mercado más exclusivos.

Su nombre y su etiqueta de «aceite más caro del mundo» se ha mantenido desde entonces y hasta Harrods, los lujosos grandes almacenes londinenses, han organizado catas exclusivas de este aceite  para sus clientes. Se comercializa además en una botella de diseño, de cerámica blanca y opaca, creada por el estudio valenciano CuldeSac, que le da aún más personalidad. Cada año se producen unas 3.000 botellas -entre el Mil del Poaig y la versión «mini» Verd del Poaig de 250 ml que se ha lanzado más tarde- y el 90% se vende en Europa, EEUU, China, Hong Kong, Singapur, Abu Dhabi o Japón entre otros destinos.

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