Acaba de iniciarse el juicio del Tribunal Superior de Justicia del País Vasco contra Juan José Ibarretxe, Patxi Lopez y Rodolfo Ares por reunirse con Batasuna. El asunto ha hecho subir la temperatura de la blogosfera donde las críticas son casi unánimes. Se reflexiona tanto sobre lo inédito de juzgar a un lehendakari y a su posible sucesor, como sobre las implicaciones políticas, los motivos judiciales e incluso las formas de reaccionar de cada acusado.

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El propio Patxi Lopez escribe al respecto en su blog: «Sé que es un juicio sin precedentes, pero tenemos que enmarcarlo dentro de la normalidad democrática. Haríamos un flaco favor a nuestra democracia si utilizáramos este proceso para poner en duda la calidad de nuestra democracia o para hacer una lectura política del mismo. Y ello a pesar de que este juicio tiene un claro impulso político, porque su origen está en la estrategia de judicializar la política de la derecha, que llevaba a los tribunales aquello que era incapaz de solventar en la crítica y el debate político.»

Luis Solana remarca la paradoja de que en Euskadi sean los pacíficos los que van a los tribunales: «¿Hablar o negociar con un secuestrador va a ser desde ahora delito? ¿Si unos ladrones de un banco piden un intermediario para negociar su salida hay que negarse a partir de ahora? Este juicio va a durar un par de meses: al borde de las elecciones vascas. ¡Cuántas casualidades en este proceso! Va a ser muy duro ver a los que quieren la paz sentarse en el banquillo de los acusados.»

Javier Ortiz reflexiona sobre la vara de medir de la Justicia: «A Ibarretxe se le juzga por haberse reunido con Arnaldo Otegi, pero al Gobierno de Zapatero no se le procesa por haberse reunido con la dirección de ETA. ¿Con qué particularísima vara mide la justicia española los actos políticos? Hay quien afirma que Ibarretxe va a sacar beneficios electorales de este juicio. Ignoro si será así o no. En todo caso, si lo rentabiliza, póngase el resultado en el haber (o en el debe) de los jueces que se han  metido en semejante jardín, ellos sabrán por qué.»

Alain Coloma en su blog La tertulia habla de lo inaudito que resulta juzgar a los dos únicos candidatos que pueden ser lehendakari: «Patxi López, Ibarretxe, y Rodolfo Ares, se reunieron con el riesgo de un alto coste político, y eso no les importó si podían acercarse a la paz, hablando con los autodenominados «interlocutores» del conflicto. Pero son los ciudadanos los que hoy (en marzo) tienen la oportunidad de juzgar, si lo hicieron mal, a esas tres personas. Porque fue una decisión política.»

En el blog Debate callejero hablan de una intromisión desde la esfera judicial en la esfera política «Ibarretxe y López, protagonistas indudables en esta reñida campaña electoral que se avecina, son llevados ante TSJPV […] Recuérdese que se les imputa ??colaboración necesaria? con Batasuna, por esas reuniones,  para la comisión por parte de esa organización del ??delito de desobediencia? a la suspensión judicial de sus actividades.  Por lo mismo, se podría imputar colaboración necesaria a los periodistas que acuden a las numerosas ruedas de prensa que los batasunos protagonizan: un disparate.»

Santiago González en su blog comenta las reacciones de los imputados: «El presidente del PNV ha llamado a «evitar que el juicio se convierta en un espectáculo poco edificante susceptible de ser utilizado en contra de las instituciones vascas y sus legítimos representantes». O sea, que no habrá patadas en los huevos, aunque le harán un pasillo de honor al lehendakari. El otro candidato encausado ha mostrado unos hábitos considerablemente más democráticos. Como no podía ser de otra manera, no considera que sea una humillación someterse a la justicia y se ha limitado a hacer declaraciones.»

Iker Merodio en Comunicación de conflicto analiza las diferentes formas en que cada acusado se ha tomado el caso comunicativamente: El equipo del lehendakari ha decidido arropar a su líder como ya hiciera en otras ocasiones, mostrando apoyo, cohesión y solidaridad. Por su parte, Patxi Lopez y Rodolfo Ares han decidido ir más ligeros de equipaje y con un argumento que me gusta: esto no es nada y volveríamos a hacerlo. A mi juicio, es una buena opción. Y Otegui da la sensación de ser el perseguido solitario, el culpable habitual de los banquillos, el mártir de una causa como la de Nelson Mandela. ¡Ya le gustaría!»

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