Desde Naciones Unidas señalan «cinco cosas urgentes» que debemos hacer para mejorar la salud después de la pandemia, que «no ha hecho más que agravar las desigualdades en la salud y el bienestar en muchas naciones y entre países». Entre sus recomendaciones está la de una mayor inversión en atención primaria y evitar recortes en el gasto público en salud y otros sectores sociales. Señalan que al menos la mitad de la población mundial sigue sin acceso a los servicios sanitarios esenciales y que más de 800 millones de personas gastan al menos el 10% de sus ingresos familiares en atención sanitaria. Unos gastos que, advie conducen a la pobreza a casi 100 millones de personas cada año.

SATSE CORONAVIRUS

Insisten que es necesario acelerar el acceso equitativo a la tecnología relacionada con la COVID-19 entre países y en cada uno de ellos. La organización destaca que, tras el rápido desarrollo y aprobación de las vacunas contra la enfermedad, el siguiente desafío es garantizar su acceso a todas las personas que las necesitan.

Además, hacen hincapié en que se debe priorizar la salud y la protección social, apuntando que en muchos países, el COVID-19 ha causado «graves repercusiones socioeconómicas superiores al impacto del virus en la salud pública», como la pérdida de puestos de trabajo, el aumento de la pobreza, problemas educativos y dificultades en la alimentación.

Aunque reconoce que algunos países ya han puesto en marcha planes de protección social, advierten que «será vital garantizar que estas inversiones tengan el mayor impacto en los más necesitados».

Construir comunidades seguras, sanas e inclusivas es otro de los puntos que destaca la OMS, ya que actualmente, 8 de cada 10 personas que carecen de servicios básicos de agua potable viven en zonas rurales, al igual que 7 de cada 10 personas que carecen de servicios básicos de saneamiento. De ahí la importancia de que las comunidades rurales dispongan de servicios sanitarios y otros servicios sociales básicos.

Por último, reclaman que se potencien los sistemas de datos y la información sanitaria para «disponer de un mayor número de datos actualizados y de calidad (…), clave para averiguar dónde existen desigualdades y abordarlas». Puesto que, sólo el 51% de los países han incluido el desglose de datos en sus informes de estadísticas sanitarias nacionales, según una evaluación mundial de la OMS.

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