Mucho después de que callan las armas, las víctimas de la violencia sexual claman justicia
La violencia sexual en los conflictos es una táctica de guerra, tortura y terror. En 2024, la ONU verificó al menos 4.500 casos relacionada con los conflictos, de los cuales el 93% de víctimas eran mujeres y niñas. Y se denuncia que la violencia sexual no sólo devasta a las supervivientes, sino que desgarra familias y comunidades. El trauma, la vergüenza y el estigma recaen sobre las víctimas, no sobre los agresores, y se transmiten de generación en generación.
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— Tomás Russo (@tomasrusso6617) June 19, 2025
Sólo en 2024, las Naciones Unidas verificaron unos 4.500 casos de violencia sexual relacionada con los conflictos, aunque es probable que la cifra real sea mucho mayor. Un abrumador 93% de los supervivientes eran mujeres y niñas.
Según el derecho internacional, la violencia sexual relacionada con el conflicto está reconocida como crimen de guerra, crimen contra la humanidad y acto que puede constituir genocidio. Su impacto duradero socava los esfuerzos por construir una paz duradera.
Destacando los efectos duraderos e intergeneracionales de esta brutal táctica, la ONU conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia Sexual en los Conflictos este jueves.
Táctica de guerra: los cuerpos de las mujeres convertidos en campos de batalla
En muchos conflictos, la violencia sexual se utiliza deliberadamente para aterrorizar, castigar y humillar a la población civil. “Se utiliza para aterrorizar, castigar, pero también para humillar a los civiles, especialmente a las mujeres y las niñas”, afirmó Esméralda Alabre, coordinadora de la respuesta a la violencia de género en Sudán de la Agencia de la ONU para la salud reproductiva (UNFPA), en declaraciones a Noticias ONU.
Pero el daño no acaba con las supervivientes. La violencia de género se utiliza a menudo para desgarrar comunidades y socavar la cohesión social. Fragmenta a las familias, difunde el miedo y profundiza las divisiones sociales. En Haití, las bandas han obligado a miembros de la familia a violar a sus propias madres y hermanas, según Pascale Solages, fundadora de una organización feminista en el país.
Los cuerpos de las mujeres se convierten en campos de batalla. Los agresores pretenden destruir los lazos comunitarios, utilizando la violación como herramienta de dominación y control. Las supervivientes tienen que cargar con el trauma, el estigma y el aislamiento, declaró Solages a Noticias ONU.
Trauma generacional
Muchos supervivientes son silenciados por miedo a represalias y venganza. “Para romper el ciclo, debemos hacer frente a los horrores del pasado”, afirmó el Secretario General de la ONU, António Guterres, en una declaración con motivo de este día.
El trauma no es sólo inmediato, sino que también crea heridas intergeneracionales profundas y duraderas, ya que el ciclo de la violencia suele afectar a varias generaciones. Rechazadas por sus comunidades, muchas supervivientes se ven obligadas a criar solas a los hijos nacidos de una violación. “Es casi como si el mundo ignorara sus gritos”, declaró Alabre, de UNFPA en Sudán.
Las supervivientes de la violencia sexual y de género y sus hijos, a menudo excluidos de la educación, el empleo y otros aspectos esenciales de la vida, se ven abocados a la pobreza, lo que agrava aún más su vulnerabilidad. “Para demasiadas mujeres y niños, la guerra no termina cuando termina”, afirmó Pramila Patten, representante especial de la ONU que aboga por todos aquellos que sufren violencia sexual en situaciones de conflicto.

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