Bush tenía una rutina de trabajo y parece que la de Obama va a ser completamente diferente. El ya ex presidente solía llegar al Despacho Oval con el amanecer y marcharse a las 18h00. Se iba a la cama siempre sobre las 22h, no solía cenar fuera nunca y los fines de semana eran casi sagrados. Barack Obama en cambio es más bien de los que la noche les pilla trabajando, gustan de salir y sacrifica lo que sea necesario para sacar las cosas adelante. Todo esto hace que su llegada a la Casa Blanca, tal y como cuenta The Politico, haya provocado un debate sobre la conciliación familiar en esas condiciones.

Barack Obama y su familia
(Foto: Flickr/Barack Obama)

No es extraño que Obama empiece una reunión con su equipo sobre las 23h00 o que se quede leyendo y escribiendo hasta después de la medianoche. Sus colaboradores ya conocen sus costumbres y están preparados para «echar las horas que sean necesarias» para sacar el reto adelante. Se prevé que la carga de trabajo sea muy intensa, especialmente en los primeros meses. El presidente tendrá a su familia a pocos metros de su despacho, pero ¿qué sucedera con los miembros de su equipo, muchos de los cuales, como Rahm Emanuel, Robert Gibbs o Jackie Norris, tienen también niños de corta edad?

En España, cuando Jordi Sevilla fue ministro de Administraciones Públicas se aprobó el Plan Concilia, para que los empleados públicos pudieran equilibrar sus vidas profesionales y personales. Fue una de las primeras aproximaciones serias de un gobierno hacia esta cuestión. Tras el relevo de Sevilla por Elena Salgado, sin embargo el Plan ha quedado relegado.

La familia es muy importante para los Obama -ha declarado la portavoz oficial Jen Psaki- y aunque los retos que hay por delante requerirán largas horas, trabajo duro y sacrificio para todos los integrantes de la nueva administración, esperan convertir la Casa Blanca en un lugar abierto y acogedor para las familias de los empleados».

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Por eso se están barajando varias medidas para ayudar al personal a mantener el contacto con sus parejas e hijos. Se habla de invitar a las familias a comidas informales en la Casa Blanca, de permitir que los empleados cenen en casa pero luego vuelvan al despacho para acabar la noche o permitir que los hijos puedan acudir a la residencia y su Ala Oeste de forma habitual.

Un reciente artículo de opinión de Ellen Goodman en el Washignton Post ya planteaba que Michelle Obama, que en muchas ocasiones ha hablado de las dificultades y malabarismos necesarios para equilibrar vida familiar y laboral, podría ejercer el liderato en este aspecto: «qué oportunidad supone utilizar la atención centrada en la primera dama para arrojar luz sobre las demás familias. Qué oportunidad tiene Michelle Obama de convertirse en madre del ejecutivo de una nación que lucha por conservar la familia unida.»

Barack Obama ya ha dado muestras de que está dispuesto a sacar tiempo de su agenda para estar con sus hijas en ocasiones especiales: las acompañó en Halloween o a elegir el árbol de Navidad. También ha alentado a miembros de su equipo a hacer escapadas para estar con sus familias, especialmente con los niños.

En honor de George W. Bush, hay que decir que fue el primer presidente que se tomó en serio el tema de conciliar vida laboral y familiar en la Casa Blanca. Impusieron jornadas laborales máximas de 12 horas y los padres podían ir a sus casas entre las 19h y las 20h siempre que estuvieran localizables via Blackberry. Con anteriores presidentes, incluyendo a Clinton, la cuestión ni siquiera llegó a plantearse.

Una ex consejera de Bush, Karen Hughes, cree que la Administración de Obama debería plantearse seriamente la cuestión. Establecer días y noches libres para no quemar a la gente. Este podría ser otro reto para Obama, que en caso de institucionalizar una política de conciliación para el gobierno, podría servir de estimulo para el resto de la sociedad.

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