La tensión en la frontera entre Grecia y Turquía tras la llegada de decenas de miles de refugiados, muchos de ellos sirios, tras hacerles creer que podrían entrar en la UE, ha provocado una dura reacción de las autoridades helenas y también de las fuerzas de extrema derecha del país. En Lesbos, grupos de fascistas han atacado a inmigrantes y a las ONG que trabajan sobre el terreno, como la vasca Zaporeak, en lo que se interpreta como un intento de presión para que abandonen la zona. Mientras en la frontera, ha habido enfrentamientos, el Ejército ha disparado botes de humo y gases lacrimógenos para evitar la entrada de los inmigrantes y Grecia ha anunciado que durante un mes no cierra la posibilidad de pedir asilo.

(Foto MSF / Alex Yallop)

(Foto MSF / Alex Yallop)

La situación desde hace tres días es de altísima tensión en Grecia, tras anunciar Recep Tayip Erdogan que abría la frontera turca y permitía el paso de inmigrantes hacia la UE, en un intento de presionar a Bruselas en la búsqueda de una solución para los refugiados sirios. Pero el desplazamiento masivo de decenas de miles de personas a la frontera griega ha sido duramente contenido con disparos al aire, botes de humo y gases lacrimógenos.

Los responsables griegos también, tras pedir ayuda a la UE, ha insistido en que no permitirá la entrada de los refugiados que denuncia «han sido alentados por los guardias turcos» y deportará a sus países de origen a la mayor brevedad posible -incluidas devoluciones en caliente-  a todos aquellos inmigrantes que entren ilegalmente en su territorio. Y en una decisión que algunos consideran que vulnera el derecho humanitario internacional Grecia también ha asegurado que no tramitará solicitudes de asilo durante un mes.

Pero la tensión en la frontera y entre las autoridades ha llegado también a la extrema derecha griega. El pasado fin de semana miembros de la asociación solidaria guipuzcoana Zaporeak fueron agredidos por un grupo «significativo de fascistas», mientras regresaban del reparto de comida en el campo de refugiados de Moria, donde desarrollan su labor humanitaria. Los voluntarios fueron golpeados y zarandeados y sus vehículos quedaron destrozados por un grupo de extrema derecha que se estaba manifestando contra los inmigrantes.

En Lesbos, fue además incendiado un ex centro de acogida de inmigrantes de ACNUR ahora desocupado y se han producido otros enfrentamientos. 

Todo esto ha provocado que algunas ONG se estén replanteando su presencia y actividad en la zona. La propia Zaporeak ha anunciado que algunos de sus miembros han decidido regresar a Euskadi, mientras otros van a seguir en Moria. Y algunas voces alertan de que se está presionando a las ONGs para que abandonen la zona lo que podría generar un autentido desastre humanitario.

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