Memoria gráfica del trabajo de las Abuelas de la Plaza de Mayo

El robo de bebés durante la dictadura argentina fue uno de los crímenes que más ha tardado en enfrentarse a la justicia. Pero desde este 19 de febrero, Argentina asiste al  primer juicio en el que una hija de desaparecidos da la cara y se enfrenta a su familia apropiadora. Se trata de Maria Eugenia Sampallo que ha sentado en el banquillo de los acusados al capitán del Ejército Enrique Berthier y a los que fueron sus padres, Osvaldo Rivas y María Cristina Gómez Pinto. Hay un blog que informa de los detalles del caso.

Hasta ahora había habido otros tres juicios orales por esta causa, aunque en ninguno de ellos hubo demandante. María Eugenia Sampallo es uno de los 88 jóvenes a los que las Abuelas de la Plaza de Mayo han logrado restituir su identidad, algunos de los cuales han sido fotografiados en el proyecto Herencia. Pero se calcula que hubo unos 500 hijos de desaparecidos que fueron robados a sus padres.  

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Maria Eugenia, según cuenta el diario Metro, tiene ahora 30 años y desde 2001 sabe que es hija de los desaparecidos Mirta Barragán y Leonardo Sampallo. Sin embargo fue inscrita como propia por el matrimonio Rivas-Gómez Pinto con el nombre de María Eugenia Violeta Rivas, con el 8 de mayo de 1978 como fecha de nacimiento. Posteriormente se ha demostrado que nació en febrero de ese año, dos meses después del secuestro de sus padres. Según la demanda fue el capitán Berthier quien entregó a la niña al matrimonio después de retenerla durante un tiempo.

Cuando tenía 10 años las Abuelas de la Plaza de Mayo recibieron una denuncia sobre ella y le informaron que no era hija del matrimonio Rivas-Gomez Pinto. Pero la tecnología de entonces no permitió a la joven resolver sus dudas.

Aunque empezó a preguntar a sus supuestos padres que le contaron diversas mentiras: que sus padres habían muerto, que era hija de una empleada doméstica o de una aventura del capitan Berthier…

El capitan Enrique Berthier
El capitan Enrique Berthier

«Ellos (sus apropiadores) siempre hacían hincapié en el abandono y se ponían en el lugar de salvadores. Es lo que sostuvieron siempre y lo que siguen sosteniendo. A pesar de todo, piensan que lo que hicieron fue una obra de bien» contó Maria Eugenia que cortó su vínculo con Rivas y Gómez Pinto en 1999. Decidió llevarles a juicio por las mentiras que le contaron -incluso llegaron a demandarla por falso testimonio- y para que la Justicia actuara.

Los tres acusados se enfrentan a delitos de sustracción de menor, falsificación de documento público y supresión de identidad. Y Maria Eugenia espera que sean condenados «a la máxima pena» porque, más allá de haber tenido una buena o mala relación con ella, cometieron «un grave delito» enmarcado en el terrorismo de Estado.

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