Mientras discutíamos si Esperanza Aguirre presentaría su candidatura frente a Rajoy, ella ya lo había hecho. Como en otras ocasiones, Aguirre es más directa que quienes tiene enfrente. Ya lo dijo en la SER: ‘¿Pregúntame Francino, pregúntame si quiero ser presidenta?’. Ansiosa entonces por ser rival, y ávida ahora en la cuerda floja de su último órdago político, suelta a sus fieras.

Un ejemplo: A la misma hora que Rajoy esperaba en el Congreso su turno de réplica a la investidura, se escuchaba a un ??aguirrista?? en el palco del parlamento de Madrid: ??Si se consiguen 600 avales, habrá dos candidaturas??. Ha plantado cara, lazándose a la guerra por su cuenta, y sacudirá el tronco del PP hasta que cada uno caiga donde se haya colocado. Zapatero, tan  hábil como si les oyera de fondo, respondía en la tribuna a una interrupción de Arias Cañete: ‘Yo no descarto que haya más miembros del PP a los que les gustaría hacer este debate’.

Es una pena pero, en el arranque de los nuevos tiempos, la oposición conservadora llega abatida. Le sobran líderes buscando por qué salida podrían llegar antes, tantos, que lo único audible es ??lo que no se dicen??, que es, precisamente, donde al resto nos toca descifrar su proyecto, en aquello que callan. Escuchar a Rajoy repetir ??yo quiero hablar de lo que le preocupa a la gente??, me suena a muletilla, a frase falsa, a los ronquidos que hacemos con la voz para ganar segundos hasta salir del paso.

Por más que el rótulo de la televisión diga ‘en directo’ yo escucho a Mariano en diferido. Le observo como a la materia del análisis político de la catarsis, poco más: ‘Si fuera presidente y tuviera todo el tiempo del mundo… Pero no se dan ninguna de las dos cosas’. Por lógica se refería a los diez minutos de rigor, pero ha sonado como un revés gallego, lacónico y literal, al verdadero Rajoy, un político sin tiempo ni poder.

A Zapatero le quedan horas para ganarse la investidura. Por mi parte, me reservo las mismas para valorar el debate. Termino con un detalle. Esta noche, compartí uno de estos ratos por teléfono: Terminó el líder del PNV, dejó el sitio vacío, subió Zapatero y oí a través de la línea: – ¡¿Cambian el vaso de agua?! Confieso que por un segundo, solo uno, además de reírme, me hubiera gustado verlos a todos beber del mismo sitio. ¿Se imaginan?

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