El problema político actual no son los «planes de ajuste», si no las contra prestaciones resueltas a estos planes de ajuste. Es decir, las Políticas que eviten que crisis como esta vuelvan a ocurrir.

El negocio global se ha ceñido a las cesiones que los contribuyentes puros (la masa general de ciudadanos) hemos realizado ante la presión de los mercados financieros.

Los mercados, a cambio, han pretendido un cierto retorno de su confianza y, tímidamente, están volviendo a hacer negocio minorista… Parece razonable, pero no lo es. No lo es en lo absoluto.

La crisis de confianza no la provocaron las políticas sociales de los países, ni sus sistemas de pensiones o las coberturas sanitarias, en definitiva, los contribuyentes y las políticas que somos capaces de comprender no fallaron. Nadie ha sido capaz de demostrar eso.

Lo que falló en esta crisis fue un supuesto sistema de autoregulación de riesgos de los mercados financieros. Un sistema del todo fallido, pues el motor del sistema son los beneficios a corto en el que los riesgos pueden ser externalizados, de las personas que dirigen los susodichos mercados financieros. Esta idea general no solamente no ha cambiado, se ha fortalecido. Por tanto, nuevas crisis ocurrirán de igual manera.

La socialización de las pérdidas, pero la privatización de los beneficios, que es lo que ha pasado, es el problema. El ciudadano se ha apretado el cinturón, pero nada ha cambiado en los dichosos mercados financieros. La batalla entre las Democracias y los Sistemas Financieros, nos la han ganado por goleada.¿Es demagógico decir que esto es el germen del fascismo del siglo XXI?… Que se lo pregunten a los Finlandeses,  o los «Ereados» de Telefónica.

Este ha sido el gran error político de José Luis Rodríguez Zapatero, no haber cedido a la presión -que no le quedaba otra, si no haberlo hecho sin pedir nada relevante a cambio… Que nuestro Gobierno rogase, por medio de sus medidas, que se nos dejase vivir fue un paso valiente y decidido -al menos eso lo tienen. Pero que no fuese capaz de articular una Política que hiciese comprender a los «mercados financieros» como un Todo, y no como una sucesión de personalidades jurídicas con responsabilidades discretas, es algo que el electorado no perdonará.

Ahora bien, como todo esto resulta ciertamente complejo de describir en un titular facilito y directo, el resultado será más de lo mismo pero sin incoherencias, es decir mucho más… Al final, el ciudadano, el contribuyente medio se dará cuenta del error, pero el sufrimiento y la frustración que traerá de camino, caso de que la Izquierda moderada no rectifique con verdadera valentía e inteligencia, en el medio plazo lo arrojará en manos de fórmulas totalitarias y definitivamente más intervencionistas.

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