Soy yo, ARENA, la arena de la playa del desierto ¡Y no soy un simple» postre» como dicen algunos. Hasta ahí podíamos llegar! Soy «la caricia» del banquete nupcial de las bodas del rey Juan I de Portugal con Felipa de Lancaster y, a pesar del paso del tiempo, mi pelo es cada vez más rubio y mi piel más suave ( la minipimer hace milagros) ¿Verdad que tengo suficientes motivos para enfadarme cuando ella me llama «postre»… ? Por eso hoy, con la autoestima por las alturas, voy a hablar de mí que soy la que mejor se conoce.

Ante todo, una aclaración: Ella se cree que es «mi dueña» ¡y de eso nada, monada!. Yo no tengo ni dueño, ni dios, ni patria, ni ley, ni rey, ( a pesar de que Don Juan I, no me caía mal…) ¡ yo soy ARENA y según la Ley de Costas, no pertenezco a nadie!.
Una vez aclaradas las cosas, entremos en materia que para eso estoy aquí.

Ingredientes:

2 tubos de galletas Maria.
10 huevos.
1/2 litro de nata líquida (o montada congelada que es más rápido).
Azúcar (Lo que pida el paladar)
Triturad las galletas ¡es una orden! hasta convertirlas en polvo fino. De ahí viene mi nombre.
Separad las claras de las yemas con muchísimo cuidado para que las rubias que tienen muy mala idea, no manchen absolutamente nada a las ninfas.

Mezclad, con garbo, 10 cucharadas de azúcar y otras tantas de agua. Poned la mezcla al fuego (suave, por favor, que si no se cabrea) y no parar de remover hasta que se vea que se ha convertido en un almíbar lánguido pero bravo (o sea «con personalidad») Después dejadlo descansar al fresco ¡qué también tiene derecho! Cuando esté tibio echad las yemas, mezclándolas bien y apartadlo por ahí, pero sin olvidar donde ¡que suele pasar…!
( A la «creadora» de ésta casa-como se hace llamar- se le olvidan esa y otras cosas ¡ Dice, que por eso es feliz! )

Ahora hay que envolver las claras (previamente subidísimas a punto de nieve) con la nata (¡¡He dicho «envolver»!! Con la misma suavidad que el gesto de un director de orquesta en «movimiento andante, ma non tropo»)
Si la nata era líquida y se ha subido en casa (cosa que en verano no es recomendable), hay que alegrarla con azúcar, pues cualquier elemento cuando no se encuentra en alza suele estar triste. Ella misma irá indicando la cantidad que necesita. Hay que estar atento a sus avisos, porque es muy suya para sus cosas…, y su venganza puede acarrear un empalago mortal.

Hasta aquí, la parte más engorrosa ¡Ahora llega lo placentero! :

En una fuente honda y de cristal (Bellísima si su único adorno es la transparencia…), hay que ir haciendo un lecho con el polvo de galleta (como aquella bulería: » Cazadores de la sierra, no le tiréis a esa liebre porque está haciendo en el monte una cama pa ser madre…») o sea con la arena, de forma que cubra todo el fondo de… ¿Qué nombre le pondríamos a la fuente…? uummmm a ver, pensemos…¡ ya está, CECILIA ! (Como una niña de mi colegio que era como transparente y muy pálida…) Sigamos… Después de cubrir el fondo de Cecilia con la arena, hay que depositar sobre ella y muy suavemente (como se deslizan los gatos..) cucharadas de la mezcla nata-merengue alternando con otra capa de arena y otra de nata-merengue y así sucesivamente (4 0 5 capas. Lo que de, de sí, la nata-merengue. Probablemente sobrará arena y guardaremos para otra cosa el precioso polvo dorado…) La última capa será de nata-merengue y sobre ella se irá extendiendo la crema de yema que se había dejado enfriar (La textura ya dije que fuera suave aunque no líquida, porque hay que tener en cuenta que el frío la va a solidificar un poco pero sí que permita volcarla sobre la capa blanca, blanquísima, del merengue) Ahora hay que dejarla dormir en la nevera, que las dunas del desierto a veces ¡ y solo a veces…! echan de menos un poco de frescura. Cecilia después de tanto ajetreo, lo va a agradecer..

¡¡¡YO SOY ESA!!
¿ Se comprende ahora que me sintiera ofendida con la masculinización de que había sido objeto…? ¿Un simple «postre», yoooo…? ¡¡JA… Yo soy divina y cuando se me prueba, para que contar más!!
Mi ADN va destinado a gente muy especial. No hay que olvidar que más que un secreto, soy «un misterio» y por razones que me guardo en mi real pecho, solo debo llegar a quienes son capaces de descalzarse para prepararme ( Solo así se produce la conexión óptima entre la tierra y el cielo, para darme ese toque mágico que me hace única)

¡Arena siempre me hace lo mismo. Como se cree muy lista intenta puntualizar todo lo que yo hago. Pero, hoy ha metido la pata! Mientras ella dormía en la despensa, a la espera de realizarse, yo he averiguado algo: He aprendido (por deducción) que la última capa de almíbar y yema del postre de Arena, se corresponde con los «Ovos moles», típicos de la zona de Aveiro (Portugal) De ser así, faltaría un último paso y es el de una vez conseguida la crema rubia habría que ponerla al Baño María hasta llevarla a ebullición ¡Habrá que experimentarlo! Arena en principio puso «morritos» porque se cree inmejorable, pero cuando le he explicado que el Baño María era un balneario termal con cascada natural/vaporarium; un aquatherma con templarium, caldarium, frigidarium (esto no le hizo tanta gracia porque interpretó que se trataba de una alusión a sus reacciones sexuales…), lluvia nebulizada y cuellos de cisne, me pidió que la llevara hoy mismo. ¡De hacerlo me iré yo solita. Solo faltaba…!
A Pedro Onís. El auténtico dueño de la receta de Arena de la playa.

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