Cerca de 1.400 millones de personas viven en zonas donde el suelo contiene niveles perjudiciales para la salud humana y los ecosistemas de arsénico, cadmio, cobalto, cromo, cobre, níquel y plomo. Esta es la principal conclusión de un estudio internacional liderado por la Universidad de Tsinghua en China del que se hace eco Sinc.


La contaminación del suelo por metales pesados tóxicos, que tiene su origen tanto en fuentes naturales como en actividades humanas, representa un riesgo para los ecosistemas y la salud humana.

Algunas de las consecuencias de estos metales cuando se introducen en el suelo es que pueden persistir durante décadas, reducir los rendimientos agrícolas, poner en riesgo la calidad del agua, la biodiversidad o la seguridad alimentaria por la bioacumulación en animales de granja.

A pesar de la potencial gravedad de sus consecuencias y de haberse demostrado que es una problemática generalizada, no se conocía en profundidad su distribución global. Un estudio, publicado en la revista Science, aborda ahora esta evaluación a escala mundial en siete metales: arsénico, cadmio, cobalto, cromo, cobre, níquel y plomo. De todos ellos, el cadmio (Cd) sería de los más peligrosos para la salud humana porque afecta a la mayor superficie y es un potencial carcinógeno, además de estar asociado a otras dolencias.

El autor principal del estudio, Deyi Hou de la Universidad de Tsinghua en China y su equipo recopilaron datos de 1.493 estudios regionales que abarcan 796.084 muestras de suelo, con el fin de conocer su distribución en suelos agrícolas e identificar dónde se superan los umbrales de seguridad.

Bases de datos y aprendizaje automático

Los autores exploraron el rendimiento de diez modelos de aprendizaje automático para predecir el exceso de metales tóxicos según todas las variables predictivas. Sus estimaciones apuntan a que entre el 14% y el 17% de las tierras de cultivo a escala mundial —aproximadamente 242 millones de hectáreas— están contaminadas por al menos un metal tóxico, siendo el cadmio el más extendido, especialmente en el sur y este de Asia, partes de Oriente Medio y África.

Una parte importante del trabajo fue usar los mismos valores umbral para todos los países del mundo, de modo que el ‘referente’ para evaluar el estado de la contaminación del suelo sea el mismo, permitiendo comparaciones entre países y regiones por primera vez.

El níquel, el cromo, el arsénico y el cobalto también superaron los umbrales en diversas regiones, debido en gran parte a una combinación de fuentes geológicas naturales y actividades humanas como la minería y la industrialización. Los umbrales regulatorios se obtuvieron de once países, incluidos Austria, Bélgica, Canadá, China, Dinamarca, Finlandia, Francia, Alemania, Italia, Países Bajos y Estados Unidos.

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