A pesar de la pandemia, la concentración en la atmósfera de dióxido de carbono (CO2), el principal gas de efecto invernadero, marcó, el año pasado, un nuevo récord situándose en 413 partes por millón. Lo ha divulgado la Organización Meteorológica Mundial (OMM) a pocos días del inicio de la COP26, incidiendo en que los niveles de estos gases son ya un 149% superiores a los de la era preindustrial. Juan López de Uralde, exdirector de Greenpeace y diputado de Unidas Podemos explica en La Cafetera de Radiocable.com lo que significa este nuev0 máximo histórico y señala otros dos aspectos preocupantes.

La alerta de la OMM por el nuevo récord en la concentración de CO2 en la atmósfera ha vuelto a poner en evidencia la gravedad de la situación en la que se encuentra el planeta sumido en la crisis climática. Juan López de Uralde vincula esta noticia con la próxima celebración de la cumbre COP26 en Glasgow a mediados de noviembre y enfatiza su importancia «porque el Acuerdo de París fijaba en 5 años el plazo para que los países renovaran sus compromisos de reducción de emisiones. Se cumplieron en 2020 pero por la pandemia, no se celebró la cumbre y ahora va a tener lugar».

Sobre el máximo de gases de efecto invernadero en la atmósfera, Uralde asegura que «no sorprende el récord actual porque el dióxido de carbono tiene una vida larga en la atmósfera. Lo que emitimos hoy puede permanecer durante 100 años. Por lo tanto aunque se reduzcan drásticamente las emisiones, y ojala lo logremos, aún habrá una inercia de acumulación de carbono. En 2020, las emisiones se redujeron un 6% globalmente. Pero es una reducción pequeña y no ha servido para parar esa mayor concentración de carbono y otros gases».

El diputado de Podemos alerta de que «estamos cambiando la atmosfera y creando una que no había en la Tierra hace 3 millones de años, cuando no había seres humanos». Y señala asimismo que la información de la OMM tiene otros dos elementos «preocupantes»: «La capacidad de absorción de los sumideros de carbono, que son los bosques y los océanos, se está reduciendo. En el caso de los bosques es por que se están quemando y destruyendo. El caso del Amazonía es especialmente dramático, porque una parte ha dejado de ser sumidero de CO2 para ser fuente, es decir que ya no absorbe, sino que emite. Lo cual es una tragedia».

Añade que en los océanos el problema es que se está produciendo una acidificación que provoca una reducción de la capacidad de absorber CO2. «Son síntomas del drama en el que estamos y por eso nos encontramos con este auténtico disparate de acumulación de CO2″. [Audio a partir del minuto 43:00]

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