El objetivo de la actividad económica debe ser que se cumplan las necesidades básicas de todos, pero en los límites ecológicos.

Ante la previsible recesión y crisis económica que se avecina en todo el planeta por la pandemia y en contraposición a la convencionales recetas y soluciones paliativas, ha emergido una nueva propuesta: el modelo o «plan del donut». Ha sido desarrollado por la economista Kate Raworth de la Universidad de Oxford y propugna una reducción drástica de hasta el 50% en el consumo de recursos y materiales. Se trata de una guía de medidas innovadora y revolucionaria que de momento ya ha anunciado Amsterdam que va a poner en práctica para relanzar su economía en equilibrio con el planeta.

(Foto: Flickr/Carlos4dar)

 

La teoría económica del donut o rosquilla fue detallada por Kate Raworth en su libro «Doughnut Economics: Seven Ways to Think Like a 21st-Century Economist» y defiende una alternativa de crecimiento económico. The Guardian le ha dedicado un artículo reciente y ElDiario.es también se ha hecho eco de ella tras el anuncio de la ciudad holandesa de que la van a utilizar como guía.

Raworth plantea la analogía de que la humanidad debe vivir en una especie de rosquilla, donde el agujero interior son las necesidades mínimas que se necesitan para tener una buena vida, según la definición de desarrollo sostenible de la ONU. Estas necesidades básicas van desde comida y agua potable hasta vivienda, sanidad, energía, educación, igualdad de género, sueldo de subsistencia y voz política. El borde exterior del donut, por su parte, simboliza el techo ecológico y los límites que los científicos han identificado como una amenaza para la vida en el planeta que no deberían sobrepasarse. Van desde el clima, los océanos, la capa de ozono o la biodiversidad. Y en el medio se encuentra lo que llamaríamos bienestar.

Por ello, la premisa central es que el objetivo de la actividad económica debe ser que se cumplan las necesidades básicas de todos, pero dentro de los límites del donut. Para llevar esta teoría a la práctica, Raworth explica que es necesario hacer un retrato de la ciudad preciso con información detallada para determinar las necesidades de los ciudadanos. Y ha citado como ejemplo el problema de la escasez de vivienda que sufre Amsterdam. Una solución pasaría por aumentar la construcción, pero eso dispararía las emisiones de CO2.

Tras aplicar la teoría del donut y conectar las variables, el Ayuntamiento de Amsterdam ha anunciado que va a poner en marcha medidas como el llamado «pasaportes de materiales» para encontrar los materiales reutilizables en las demoliciones y promover el uso de materiales más sostenibles en la construcción de edificios. También plantean fomentar productos que duren más tiempo y que se puedan reparar y facilitar que restaurantes y hoteles donen la comida que desechen. Con estas y otras decisiones esperan reducir un 50% el consumo de nuevos materiales en diez años.

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