El atentado de Oslo sigue provocando conmoción y reflexiones en todo el planeta. La prensa española analiza ahora si un ataque de un extremista de ultraderecha como el de Anders Breivik pudiera darse en otro país europeo… o en España. Y creen que hay un peligro tangible por el aliento que las formaciones extremistas de ultraderechadan al odio a los inmigrantes.

Anders Breivik, el autor confeso de la matanza

El País: «La prevención de los ataques terroristas no puede ni debe orientarse solamente hacia el frente yihadista. Hay patologías sociales, quizá con un componente religioso más impreciso, pero recargadas de la fiebre racista, la soledad y la frustración, que pueden aterrorizar a las sociedades más avanzadas. Parte de estas patologías, por su carácter narcisista, se exhiben en las redes sociales. Una vez más, las amenazas latentes en las páginas web no se han tenido en cuenta o, sencillamente, no se disponía de los medios necesarios para controlarlas».

La Razón: «Es una posibilidad tangible que Europa, además del terrorismo yihadista, se tenga que enfrentar al terrorismo de grupos extremistas. La naturalidad con la que el Partido del Progreso ,el partido de extrema derecha noruego, formaba alianzas con otros grupos políticos le confería una legitimación, lo que ha supuesto un grave error que ha traído consecuencias tan perniciosas como ésta. A partir de ahora, los dirigentes y la sociedad noruega deberían ser mucho más conscientes y responsables y no alentar a los partidos extremistas».

Publico: «No se puede prevenir la acción individual de un perturbado que durante meses elabora el plan minucioso de una masacre, pero sí se puede y se debe actuar sobre las fábricas de odio que a diario distribuyen su mercancía en la aldea global. El detenido como autor de esa cacería humana en la isla de Utoya es un fanático ultraderechista en cuya mente se han ido entremezclando ingredientes como la xenofobia, el populismo o la intolerancia religiosa… Propagar falsedades que incitan al odio o a la violencia también es un crimen».

El Periódico asegura: «El manifiesto de 1.500 páginas publicado por el asesino en Internet es una recopilación de sus abominables teorías sobre la «guerra preventiva» que los «pueblos indígenas libres de Europa» deben declarar a «las élites marxistas y multiculturalistas de Europa Occidental». No hay culpa ni responsabilidad por los hechos, que asume, porque su misión era «salvar a Europa» de la «invasión musulmana». Esas teorías espeluznantes adquieren todo su sentido cuando un hombre como Breivik las lleva a la práctica ejecutando a las víctimas con la mayor frialdad».

El Mundo: «Aunque sus ideas son propias de un integrista, lo cierto es que exageraciones similares se deslizan a diario en algunos medios de comunicación. Ni las ideas que guiaron al asesino de Oslo pueden ser criminalizadas. Tan injusto sería identificar con la violencia a quienes creen que la identidad de Europa se diluye por culpa de un multiculturalismo que no está funcionando, como culpar al islam de que en su nombre actúe Al Qaeda?.

ABC: «Noruega, el odio extremo. Con un balance de más de noventa muertos, la doble matanza de Noruega pone de relieve que ningún país está a salvo de la amenaza terrorista».

Y entre los columnistas de los diarios nacionales pueden leerse otras reflexiones sobre el tema:

En Xenofobia y lobos solitarios de Xavier Rius (El Periódico) «Después de proclamar que el islam es un peligro para Europa, que los inmigrantes son una carga que atenta contra una supuesta pureza racial y cultural que nos ha permitido vivir en un contexto superior de bienestar, ¿cómo se evita que existan militantes que se sientan desencantados al ver que la inmigración no se marcha? Esta es la dicotomía de los partidos xenófobos. Hacen unas propuestas que no podrán aplicar, ni siquiera en el caso de que gobiernen, ya que son imposibles las deportaciones masivas, y la libertad ideológica protege el derecho a practicar el islam, pero atraen y utilizan a jóvenes que reivindican la pureza racial.»

En Democracia bajo ataque de Jordi Vaquer (El País): «El extremismo violento no es patrimonio exclusivo de la derecha ni de la izquierda: en ambos lados es una excepción patológica. Pero el radicalismo ideológico en Occidente está recorriendo caminos muy distintos: mientras las opciones de extrema izquierda no han logrado atraer a la izquierda moderada y al centro-izquierda hacia sus opciones, la ultraderecha y el populismo xenófobo están consiguiendo mover a los partidos de la derecha tradicional hacia posiciones alejadas de su tradición democrática: aislacionistas, nacionalistas, intolerantes con la diversidad y rígidamente ideológicas en lo económico.»

En La otra munición expansiva usada en Noruega de Isaac Rosa (Público): «El tipo es un desequilibrado, y usó esos argumentos como habría usado otros que le permitieran motivar su crimen. Pero lo cierto es que son ésos con los que ha armado su resentimiento. Todo ese discurso agresivo que desde hace años dispara a discreción contra la izquierda, inmigrantes, Islam, multiculturalismo, laicismo, homosexualidad, etc; y que no sólo proviene de grupúsculos y webs nazis. Munición verbal, de acuerdo. Pero munición al fin, y que funciona como esas balas expansivas que Breivik empleó, y que se fragmentan tras impactar: también aquéllas ideas, repetidas irresponsablemente en televisiones y periódicos, explotan y diseminan su carga dentro de los cerebros. .

En El falso templario de Javier Sierra (El Mundo) «Breivik se suma a una peligrosa legión ‘mística’ que exalta la violencia con la excusa de instaurar un nuevo orden».

En La profecía de Stieg Larsson de Eva Gabrielsson. (El Mundo) «Los ‘terroristas solitarios’ pueden formar en Internet una gran comunidad. El atentado de Oslo sigue un patrón conocido tras la II Guerra Mundial».

En El terrorismo de extrema derecha de Edurne Uriarte (ABC): «El atentado noruego parece ser la confirmación de una predicción de terrorismo de extrema derecha en Europa».

 

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