[Raf Custers / trad:Michael Collon] «En el oeste de Congo, entre siete y diez aviones cargados cada uno con dos toneladas de caserita vuelan cada día de Mubi a Goma de donde el mineral pasa ilegalmente más allá de la frontera ruandesa. […] Estas son las conclusiones del último informe del grupo de expertos de Naciones Unidas. El Estado congolés no obtiene prácticamente nada de los beneficios generados por este contrabando. Pero parece que se ha hecho muy poco para luchar contra el prolongado saqueo de los recursos minerales congoleses. Las principales víctimas siguen siendo los mineros, y son varias decenas de miles.

El oro proviene de la provincia de Ituri, situada al noroeste de Congo. Entre 30.000 y 200.000 (!), «mineros artesanales» (los «cavadores») extraen el mineral a cuenta de  «sub-tratantes» que lo redistribuyen a una red de compradores y contrabandistas. Del 90 al 95 % del oro acaba por desaparecer hacia Kampala (Uganda) o Dubai. Los «cavadores» pueden ganar al día de 4 a 5 dólares de salario bruto, pero en realidad su trabajo no les reporta más que deudas. Esto se explica por el coste de la vida en los pueblos mineros y por las innumerables «propinas» que pagan, principalmente a los militares y a los rebeldes que guardan las minas. […]

En torno a Walikale la población local se enfrenta a dos sociedades mineras pro-ruandesas que se disputan la explotación de la caserita. De este mineral una vez refinado se obtiene el precioso coltán. Durante la guerra la empresa sudafricana Mining Processing Congo ayudó al  «ala comercial» del ejército ruandés a hacer salir de  Congo el contrabando de este mineral. Respecto al Grupo Minier Bangandula pertenece a los ricos «hermanos Makabuza» que mantienen estrechas relaciones con los ex-rebeldes del RCD-Goma»

 

 

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