Como nueva alegoría de la crísis, la empresa que hacía el Hummer, ese inmenso camión propio de desaprensivos que consume 20 litros y contamina como una chimenea de carbón, ha quebrado. Parece increible y, si no fuese por lo tragico para las más de 20.000 personas que perderán de forma directa sus puestos de trabajo, hasta secrétamente reconfortante.

Todavía habrá quién empeñado en escamotear su responsabilidad, insistirá en que la solidaridad es un valor de mariquitas y pusilánimes. Todavía habrá quién les crea… y si no, veamos qué pasa el domingo con las elecciones europeas.

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