Iñaki Gabilondo en Noticias Cuatro: «Hay dos datos que merecen reflexión. El primero, económico: tres millones de parados. El segundo, social: en diez años se ha doblado el número de abortos. Ambos reflejan una sociedad mal cimentada, inestable. Lo peor de la cifra de tres millones de parados es que va a seguir creciendo y que este indicador nos aleja claramente de nuestros países vecinos.

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Todos están sufriendo, nosotros nos estamos desplomando; y, además, hemos perdido la conciencia de nuestra verdadera estatura. Hace apenas unos meses éramos el orgullo de occidente, los más musculosos, los más guapos, los más frescos y lozanos. Ahora, los espejos nos devuelven una imagen llena de defectos, como si todo fuera falso y sólo nos vemos las alzas, la silicona y el bottox. Para afrontar de forma adecuada lo que haya de venir, necesitamos saber cuánto había de verdad en nuestro progreso. Cuánto de estable y cuanto de coyuntural. Si somos ricos en mala racha o pobres que vivieron una buena racha. Cuál es nuestra verdadera posición sin el doping de una construcción salvaje. Sobre el aborto ya hemos comentado muchas veces la cadena de hipocresías que lo envuelve. Una ley conscientemente imprecisa, el juego al escondite de los hospitales públicos, etcétera. Pero que en diez años se haya doblado el número de casos demuestra algo más. Los jóvenes le han perdido el respeto a asuntos que lo merecen. Dejamos atrás, por fortuna, los tiempos represivos, del sexo imposible o el sexo bendito. Pero se están saltando escalones de forma temeraria y se ha llegado a la banalización del sexo, y de sus consecuencias. Algo bien triste y empobrecedor. Al sexo hay que hacerle los honores y prestarle la máxima atención; porque es muy importante y puede ser muy peligroso. Devolverle sus galones ante la juventud es trabajo de toda la sociedad.»

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