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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Lo primero que tengo que decir es que soy contrario a toda intervención bélica por el mundo, así en genérico, y lo segundo que no. Libia no es lo mismo que Irak, aunque lo digan Pedro J, el ABC, La Razón, Intereconomía o La Gaceta.

Existen, sí, poderosas razones para oponerse a la intervención militar en Libia:

La principal es que las certezas en tiempos de guerra ocultan siempre mentiras para anestesiar a la opinión pública. La segunda es que ya ni siquiera sabemos quienes son los nuestros, si es que un día lo supimos, pues el blanco y el negro no suele ayudar a comprender el mundo. Ni siquiera sabemos si quienes encabezan la revolución armada hoy son los mismos que salieron a las calles ayer. La tercera es descubrir que ha sido el barril de Brent quien ha agitado conciencias que llevaban 42 años al servicio del sátrapa porque tampoco se nos olvida que en el mundo hay más de 30 conflictos en los que la población civil no goza de foco internacional. Así están en Zimbabwe, Camerún, en la República democrática del Congo, en Somalia, en Liberia, o en Costa de Marfil, donde sufren abusos igualmente atroces. Entonces ¿por qué allí sí y en otros lugares no?. Por último, una zona de exclusión aérea requiere bombardeos y por tanto es incompatible con el concepto quirúrjico que nos quieren colocar.

Existen poderosas razones también para apoyar una intervención militar.

Primero porque la comunidad internacional no puede llegar tan tarde como llegó a Ruanda, dejando a su suerte a la población civil, especialmente cuando las intenciones de Gadafi, de entrar a sangre y fuego, han sido anunciadas; Segundo porque la comunidad internacional no puede dejar que el ejército de Gadafi se lleve por delante a ciudadanos que solo pedían libertad, derechos y prosperidad frente a un sátrapa que les ha expoliado con nuestra complacencia. Tercero, porque el mensaje de que occidente apoya a los pueblos que piden democracia no se dirige solamente a esos ciudadanos -allí y fuera-, sino a los mandatarios de los paises que pueden venir después y que de lo contrario podrían dudar si utilizar el procedimiento Gadafi para acallarles. Por cierto, algunos, conscientes, se han sumado a la petición de intervención militar, para evitar paralelismos.

Y no, no es lo mismo que la guerra de Irak. En Irak unos tipos se inventaron una mentira, la de las armas de destrucción masiva, para justificar un expolio. Se hizo a espaldas de la legalidad internacional. Aquí tenemos a un satrapa como el anterior, sí, pero que está hoy atacando a la población civil ante los ojos impasibles del mundo.

Además, precisamente la losa de Irak pesa sobre la cabeza de los mandatarios internacionales lo que hace que sus decisiones sean diferentes per se. Por primera vez el mundo árabe apoya una intervención así y Barack Obama ya ha dicho que no habrá ocupación, que no habrá un solo soldado por tierra: «la operación será junto a nuestros aliados árabes» -dijo.

Así está la balanza pero como hay que añadirle unos gramos de pacifismo trasnochado, que diría el director de La Razón, pues lo siento mucho pero soy contrario a la intervención militar.

Sin embargo, en un alarde de creatividad y tratando de expiar sus culpas de apoyo al belicista Aznar, la prensa de derechas trata de fijar hoy semejanzas entre Zapatero, Aznar, Libia e Irak.

Pero ¿es lo mismo retratarse con Ban Ki-moon, líder de las Naciones Unidas, que hacerlo unilateralmente con Bush y con los otros de las Azores. Pues no. No es lo mismo.

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