La propuesta de Zapatero, en tiempo de descuento de mandato, de limitar la capacidad de inversion del Estado de manera constitucional sin mediar un referéndum es una patada en la boca de las reivindicaciones del movimiento 15M.

Es una decisión que parece vivir en la intuición política de que las reivindicaciones -son un paso más allá de las simples propuestas- son minoritarias en el sentir español, y especialmente entre el electorado del Partido Socialista.

Electoralmente, el error de calculo, de sensibilidad o de idoneidad parece garrafal sin mediar un referéndum. Los votantes del PSOE no lo entenderán, al margen de que a muchos les cueste compartir la propuesta (pudiendo hacerlo en un momento dado) sin un referéndum para semejante medida.

Como muchos votantes del resto de partidos, incluido el PP, las reivindicaciones del 15M tienen un sentir común. Es ciego no verlo. La importancia está que son los votantes del PSOE los que tienen que defendernos de la idea del techo de gasto como una formula simplemente numérica; si no como una formula social, que se expresará en números desde parámetros políticos. Al votante del PP esta formula se la trae al pairo; siempre que el Estado gaste poco y nuestros impuestos sean bajos, en un referéndum votará a favor (bueno, si la propuesta saliera muy social… votarían no, y en cualquier caso no votaran al PSOE).

Es un asunto, el techo de gasto, absolutamente estratégico en la Democracia como sistema político, cuyo debate esta en el centro de un sentir popular que comparten muchísimos ciudadanos en España, y en resto del mundo. En mi opinión, salvo que la forma a consensuar con el PP sea una reflexión genial (casi mágica, una especie de nuevos Pactos de la Moncloa) que encaje por fascinación en una cantidad abrumadora de españoles, la propuesta tendrá que ser validada en referéndum. Otra cosa provocara una catástrofe victoriosa del neoliberalismo. El riesgo es tremendo, todas las opciones abiertas pueden provocar cataclismos políticos, sociales y económicos.

[Rubalcaba se muestra prudente como primera reacción en los medios. Esta procurando no desautorizar al Presidente, proponiendo fórmulas creativas y sociales. Sin embargo, el momento por su parte, requiere claridad: o bien desautoriza a Zapatero y exige el referendum (y monta un pitote en los mercados de no te menees), o bien se inviste de una actitud dotada de la «megalomanía» que exige una estrategia de tipo nuevos pactos de la Moncloa (que por otra parte le será necesaria para para aparecer como un líder político fuerte… francamente, es su oportunidad de dar el paso de liderazgo del carece Rajoy, y tener una oportunidad en no peder el intento de ser Presidente del Gobierno).

Actualización. Un día después Rubalcaba comienza a perfilarse por la tangente. Propone una reforma de la Constitución de tipo declaración de intenciones -aún no sabemos en qué términos, por lo que la necesidad política del referéndum sigue en el aire- y la fijación numérica en una Ley Orgánica; es una avance importante ¿Sabrá explicarlo? Esto se está poniendo emocionante… ¿Qué opinará Gonzalez?

Actualización final. Consumada la patada en la boca… Si la factura de los mercados que nos ha pasado Alemania es más barata que este tremendo error político el tiempo lo dirá. Estas cosas se pagan…]

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