Ellen Goodman

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Ellen Goodman – Boston. Odio volver a hablar de Nadya Suleman, la mujer tan encantadoramente apodada ??octomamá? por la prensa sensacionalista. En especial ahora que está ocupada hablando con el Dr. Phil, recaudando dinero en su página web, y haciendo los preparativos para mudarse con sus 14 hijos a un nuevo nido, perdón, a una nueva casa de 565.000 dólares.

Pero hay una razón de que todos nosotros estemos agradecidos a octomamá. Ella ha creado un consenso en donde no existía. Ahora sabemos qué es exactamente lo que  no hay que hacer con los embriones sobrantes que languidecen en los congeladores de las clínicas de fertilidad. No dárselos a Nadya.

Vuelvo a la octomamá porque el Presidente Obama revocaba la prohibición a la financiación federal de la investigación con células madre esta semana. Es un debate que giraba en torno a la situación moral del embrión. Siendo más precisos, giraba en torno a la situación de un embrión sobrante.

En caso de que desconozca lo más básico en torno a las células madre, la única forma de cultivar estas células es destruir el embrión. Puesto que la mayoría de la gente se siente acertadamente incómoda con la idea de crear nuevos embriones sólo para destruirlos, los investigadores recurrieron a los embriones que languidecían en los congeladores de las clínicas después de que las parejas finalizaran los tratamientos de fertilización in vitro.

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Esto llevó el debate acerca del valor de la vida humana a territorio moralmente ambiguo. ¿Qué significa estar a favor de la vida de un embrión de tres días antes que la de un abuelo con la enfermedad de Parkinson?

Algunos absolutistas, incluyendo a George W. Bush, decían que «no existen embriones sobrantes.? Defendían la «adopción» del embrión, lo cual nunca despegó precisamente. La mayoría de los estadounidenses, que piensa que un embrión no es ni un niño ni un simple charco de tejidos, se puso de acuerdo espontáneamente en que los embriones fueran utilizados en la búsqueda de tratamientos en lugar de permanecer en un limbo gélido.

Lo intrigante es que mientras este acalorado debate se prolongaba, había un silencio virtual en torno a la cuestión de lo que debía suceder con la enorme mayoría de embriones congelados que nunca serán utilizados ni para fines reproductivos ni para la investigación. De hecho, la opinión pública enfrentada apenas incluía a la gente más implicada en las decisiones particulares: las parejas que trajeron al mundo a estos embriones.

Desde los años 80, más de medio millón de niños han venido al mundo a través de programas de reproducción asistida. También hay alrededor de medio millón de embriones sobrantes. La tercera parte de las parejas que reservan embriones tienen más de seis, y al menos un banco criogénico que ofrece una oferta a cinco años por el precio de 1.188 dólares afirma que los embriones «pueden permanecer viables un período indefinido de tiempo.?

¿Indefinido? ¿Hasta que las parientas estén post menopáusicas? ¿O post mortem? ¿Van a pasar de generación en generación?

El problema comprensible, dice la investigadora de Duke y ginecóloga obstetra Anne Lyerly, es que médicos y pacientes se centran en crear embriones y tener hijos. Se pide a las parejas que firmen una instancia de consentimiento para sus embriones sobrantes al comienzo del tratamiento. A algunas no se les pide. Y muchas cambian de opinión.

Las parejas se enfrentan a la decisión con emociones enormemente dispares. Para algunas, como dice la especialista en bioética Alta Charo, «los embriones representan un futuro imaginado» al que es difícil renunciar. Es más fácil decidir no decidir.

Cuando la Dra. Lyerly llevó a cabo un infrecuente estudio de las pacientes, descubría la voluntad de un amplio abanico de opciones, desde la donación a la ciencia pasando por su descongelación y destrucción. Hubo también un anhelo oculto de una ceremonia, una despedida ritual. La buena noticia para los investigadores en células madre es que el 60% veían probable o muy probable la donación, pero podríamos no necesitar más que una pequeña fracción.

Si la octomamá nos enseña algo -y espero que sea así- los médicos van a implantar menos embriones pero podrían acabar teniendo más excedentes. Si con el tiempo manipulamos células adultas para ser utilizadas, la necesidad de células madre descenderá aún más. Nos dirigimos hacia un incremento de la población en el congelador.

¿Qué vamos a hacer con los embriones eternos? Las directrices de la Sociedad Norteamericana de Medicina Reproductiva rezan que las clínicas podrán descongelar los embriones «abandonados» por pacientes que no pueden ser localizados, pero son contadas las que lo hacen. Ningún médico quiere encontrarse con una pareja que pasó por alto las letras.
Como poco, las parejas deberían reconsiderar y renovar su instancia de consentimiento al final del tratamiento y siempre que paguen el almacenamiento. Debemos iniciar, de una vez por todas, un debate real acerca de la responsabilidad sobre estas «consecuencias imprevistas.?

¿Qué fue lo que dijo Obama? Que realizábamos «una falsa elección entre ciencia demostrada y valores morales.? Bien, hay más opciones -tan cierto como difícil de digerir- esperando su turno. Van medio millón y contando.

Ellen Goodman
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