E. Robinson

Premio Pulitzer 2009, Catedrático Neiman de Periodismo en Harvard y Editor de la sección Exterior del Washington Post.

 

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Eugene Robinson – Washington. Tenemos la suerte de vivir en una época en la que los actos violentos de odio motivados por la raza, la etnia o la religión se han vuelto infrecuentes, por lo menos en este país. Como nos tendría que recordar el acto terrorista cometido el miércoles en el U.S. Holocaust Memorial Museum, no obstante, infrecuentes no significa inexistentes.

James W. von Brunn, el partidario de la supremacía blanca de 88 años de edad que presuntamente descargó su arma en el interior del museo matando al vigilante de seguridad Stephen Johns, es más que un viejo amargado y demente. Es una figura reconocida dentro de la industria nacional del odio, un polemista cuya página web ofrecía a los lectores la ocasión de bajarse gratis la introducción de su obra racista y antisemita — y la de adquirir el resto del libro por el módico precio de 10 dólares.

Al parecer, no había bastantes compradores. El Washington Post informaba el jueves que los conocidos dicen que von Brunn se había convertido prácticamente en un indigente y que se quejaba de que ??alguien en Washington? había recortado su pensión de la Seguridad Social como castigo por sus ideas políticas. Sus recientes andanadas por correo electrónico eran apocalípticas. ??Es hora de matar a todos los judíos,? reza uno.

Es fácil conjeturar que von Brunn, feroz revisionista del Holocausto, podría haber elegido el museo del Holocausto como objetivo porque pensó que ofrecería la oportunidad de matar judíos. Sus escritos demuestran que también odia con gran pasión a los negros, no obstante, de manera que quizá obtuvo alguna enfermiza satisfacción al abatir presuntamente a Johns, afroamericano de 39 años.

En abril, un profético memorando del Departamento de Interior predecía que la elección del primer presidente afroamericano y la llegada de tiempos de vacas flacas podían agravar la amenaza de «los grupos de extrema derecha.? En particular, el memorando advertía de un incremento en las actividades antisemitas de extremistas que se tragan la fantasía paranoide entera de la cábala secreta de la banca judía — y que culparían a «los judíos» de ingeniar la crisis financiera, exactamente igual que culpan a «los judíos» de todo lo demás.

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Durante días, algunos tertulianos conservadores se emplearon por retratar el memorando de tentativa secreta de la administración Obama por difamar a sus honorables críticos equiparando «derecha» con «terrorismo.? No supuso ninguna diferencia para estos fanfarrones que la cifra de grupos de odio en todo el país se haya incrementado más de un 50% desde el año 2000, según Souther Poverty Law Center. No importó que el memorando contase con el respaldo de sólida información de Inteligencia y análisis. Para estos polemistas de la actualidad, la idea no es arrojar luz sobre un asunto sino tumbarlo a base de ataques.

Y no fueron sólo los Sean Hannity, los Rush Limbaugh o los Glenn Beck del mundo los que simularon escandalizarse. El secretario del Comité Nacional Republicano Michael Steele acusaba a la administración de intentar «atomizar a los estadounidenses que discrepan de esta administración, segregando a los conservadores de este país que tienen una filosofía u opinión distinta a la administración, y tildarlos de terroristas.? Steele parece haber decidido que contar la verdad no es tan importante en absoluto como el ejercicio candente conocido como «movilizar al electorado.?

El asunto es, sin embargo, que las palabras tienen consecuencias.

Llamar «socialista» al Presidente Obama y llamar «latina racista» a la jueza Sonia Sotomayor y afirmar que los Demócratas quieren «quitarles sus armas» conlleva beneficios para los tertulianos, y puede que rentas personales para algunos políticos — creando y alimentando la sensación de agravios entre los dados a sentirse agraviados. Pero ¿qué pasa con aquellos que pueden no entender que todo es teatro político?

El memorándum de Interior hacía el análisis de que «los solitarios y las pequeñas células terroristas que suscriben una ideología violenta de extrema derecha son la amenaza terrorista nacional más grave en Estados Unidos.? Recordaba un incidente acaecido el 4 abril en el que tres agentes de la policía de la zona de Pittsburgh perdieron la vida, y decía que «la reacción del presunto asesino estuvo influenciada al parecer por su ideología racista y la creencia en teorías conspirativas anti-gobierno relacionadas con la incautación de armas de fuego, campamentos de detención para la ciudadanía, y un ‘gobierno mundial en la sombra’ controlado por judíos.??

Está claro que James von Brunn era un creyente convencido de todo este escenario demencial mucho antes de la debacle financiera o la elección de Obama. Puede que fuera su situación financiera lo que presuntamente le dio el empujón. Puede que llegara a un punto sin retorno hace años, cuando hizo la barroca tentativa de secuestro de miembros de la junta de la Reserva.

Lo que no sabemos es si toda esta retórica al rojo que sale de la derecha está validando y estimulando o no a algunos hombres o mujeres confundidos y enfadados con un arma de fuego o una ranchera llena de fertilizante — el próximo «lobo solitario,» preparándose para aullar.

Eugene Robinson
Premio Pulitzer 2009 al comentario político.

 

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