Richard Cohen

Columnista en la página editorial del Washington Post desde 1984.

 

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Richard Cohen – Boston. Con el olfato de un columnista entrenado, detecto un tufo a elitismo-cum-racismo emanando de la nominación de Sonia Sotomayor para la vacante del Tribunal Supremo. El olorcillo no viene de — Rush Limbaugh y Newt Gingrich aparte — las propias aclaraciones de Sotomayor, ni procede de su polémica resolución ratificando la discriminación positiva apoyada en razas. Viene, en su lugar, de la expresión general de asombro con sus orígenes. ¡Mira por donde, alguien salido de viviendas de protección oficial tiene éxito!??Nadie espera que seas elegido algún día para ocupar un puesto en el Supremo cuando tu padre era un soldador con una educación de tercera,» escribía Richard Lacayo en la revista Time. Tiene razón — las expectativas son las diametralmente opuestas. Puede verlas a la luz en muchas de las informaciones vertidas acerca de los orígenes de Sotomayor. Creció en viviendas públicas. Creció en el Bronx, en lo que el ciudadano corriente debe pensar como en una zona particularmente asquerosa de Mumbai, y ella es, final e incriminatoriamente, portorriqueña. Aparentemente, todo esto resulta muy difícil de imaginar.

Antes no era así. En general se reconocía que ser pobre no era necesariamente un destino. ?ste fue el regalo del progresismo, en especial del progresismo de estilo Ciudad de Nueva York. La ciudad proporciona techo — alrededor de 400.000 personas viven ya en viviendas públicas — e iba a proporcionar buenas escuelas, y más tarde, con buenas notas y la actitud adecuada, ofrecería una excelente educación superior: City College, Brooklyn College, la Universidad de Queens y mi querido Hunter College. Los miserables serían los campos petroleros de la ciudad. Cualquier chaval podía ser un surtidor.

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El New York Times nos proporcionaba hace poco los nombres de algunos alumnos de vivienda pública. Incluyen a Jay-z, el rapero, y Wesley Snipes, el actor, y a Mike Tyson, el bruto. También incluyen a Gary Ackerman, el tipo más ingenioso del Congreso (perdón, Barney), y Lloyd C. Blankfein, que dirige Goldman Sachs. Howard Schultz, inventor de la actual Starbucks, salió de las urbanizaciones de protección oficial y también Ursula M. Burns, que es una mujer y negra y que ahora es la consejero delegado de la Xerox. Copie eso, por favor.

Las viviendas también dieron lugar a Kareem Abdul-Jabbar y a la antigua Caryn Elaine Johnson, que ahora interpreta con el nombre de Whoopi Goldberg. Ella vivía en Chelsea Houses. El Times mencionaba a ambos. No mencionó, sin embargo, a Millie Torado, que creció en los bloques Redfern y es un viejo amigo de la familia, o a Joel Klein, el director del Departamento de Educación de Nueva York, que vivía en Woodside Houses (Queens) y se le dijo cuando entró en la Universidad de Columbia que no se esperaba mucho de él. ?l decepcionó pasando a la Facultad de Derecho de Harvard. No se hizo ninguna mención a Ken Auletta, el redactor de medios del New Yorker. Obviamente, hay demasiados para enumerar.

Inevitablemente, lo que tienen en común estas personas son uno o dos padres o tutores dedicados que sabían que la vivienda, pública o del tipo que sea, es el lugar donde tu cuerpo pasa tiempo. Tu mente puede ir a donde quiera. En el caso de la joven Sotomayor, estaba entre las tapas de las novelas de Nancy Drew y viendo a Perry Mason en televisión. Se imaginaba que podía ser abogada. Ahora, quizá una chica como ella pueda imaginar convertirse en magistrada del Tribunal Supremo.

Franklin D. Roosevelt fue un verdadero aristócrata estadounidense, podrido a dinero, pero los ricos nunca tuvieron un defensor mayor. El hombre que le precedió en la presidencia, Herbert Hoover, creció en la pobreza pero olvidó quién había sido. Temió que los programas sociales públicos diezmaran a los pobres de su industria. Siempre es peligroso generalizar. Predecir es imposible.

No estoy de acuerdo con Sotomayor en el caso de discriminación positiva de New Haven y he escrito una columna explicando el motivo. Pero si se puede decir que se alineó con las minorías a expensas de los varones blancos, hay que reconocer que uno de los bomberos de New Haven injustamente afectado por motivos raciales es un hispano. Pero convengo con lo que quiso decir Sotomayor cuando en su famoso discurso de 2001, dijo «Esperaría que una mujer latina sabia con la riqueza de su experiencia alcanzara con mayor frecuencia un veredicto mejor que un hombre blanco que nunca ha llevado esa vida.? Sí, en ciertos casos. Esa es la virtud de la diversidad. Tu propia vida te enseña.

La vida de Sotomayor le enseña que los bloques de vivienda pública están a rebosar de gente como ella. Están movidos por el más ecológico de los combustibles, sus padres inasequibles al desaliento, y alimentados por profesores maravillosos, directores resueltos — y las oportunidades brindadas por un gobierno generoso. Que Sotomayor proceda de los bloques de protección oficial no es ningún milagro. La tragedia es que pensemos que sí lo es.

Richard Cohen
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