Veintiún años ha tardado en ser ratificado por los 187 estados miembros de Naciones Unidas, pero tras la firma, este mes de agosto, de Tonga, el último país que faltaba, el Tratado Global para acabar con el trabajo y la explotación infantil, auspiciado por la OIT, ya es una realidad plena.

Niños campo refugiados grecia- MSF

La Convención sobre las Peores Formas de Trabajo Infantil se ha convertido de hecho en la primera en 100 años de historia de la Organización Internacional del Trabajo que logra la ratificación universal de todos los miembros. El texto fue adoptado en 1999, pero su ratificación ha sido lenta y hasta este 4 de agosto cuando la ha completado oficialmente el Reino de Tonga, último país que faltaba por hacerlo, no se había logrado.

El tratado, que es legalmente vinculante para los gobiernos, pide la eliminación de todas las formas de explotación infantil, incluyendo la esclavitud y el trabajo forzado, y también exige proteger a los niños y niñas de la explotación sexual y del reclutamiento forzoso. «La ratificación universal es un hito histórico, y significa que todos los niños tienen ahora protección legal en todos los países contra la explotación laboral», ha resaltado el director general de la OIT, Guy Ryder.

La OIT estima que aún hay 152 millones de niños que realizan trabajo infantil, aunque el número se ha reducido significativamente desde el año 2000, cuando había 246 millones. Y aunque el 70% del trabajo infantil tiene lugar en el sector agrícola, los datos indican que hay 73 millones de menores que llevan a cabo tareas peligrosas. El problema es especialmente grave en Asia y África, que tiene el mayor número y el porcentaje más alto de niños de 5 a 17 años empleados como mano de obra infantil, respectivamente.

La OIT y la ONU tienen como objetivo poner fin en 2025 a cualquier tipo de trabajo infantil, aunque algunas voces alertan de que la pandemia de coronavirus puede dificultar esta meta, al estar generando ya el primer aumento desde el año 2000.

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