Se le ha dado demasiada importancia a que Rajoy combata la política centrifugadora del PSOE. Tanta importancia que se ha descuidado que no defienda la política que siguen las Comunidades Autónomas gobernadas por el PP (bastante parecida a la que propone Zapatero), o que no haya dado una respuesta en positivo de los «tres días de Marzo» (cayendo en el poco estudiado «Sindrome Simancas» que consiste en que, digas lo que digas, siempre serás el que la «cagó»).

Mientras no lo haga no romperá las barreras de la mayoría absoluta. Precisamente por lo mismo el problema de Rajoy es que, de momento, en las políticas constitucionales, o en las explicaciones de sus errores del pasado, no tiene resultados esperanzadores.

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