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Fernando Berlín, el autor de este blog, es director de radiocable.com y participa en diversos medios de comunicación españoles.¿Quien soy?english edition.

Una de las cosas que más nos llama la atención a quienes no seguimos de cerca los postulados de la Iglesia es el discurso tan carente de compasión que destila a menudo. Eso resulta extraño a quienes desde la izquierda defienden posiciones que podrían ser perfectamente cristianas, aunque estén tan lejos de la religión. Se podría simpatizar con la Iglesia ¿por que no? El problema es que sus manifestaciones públicas no se hacen desde el respeto, sino desde la ofensa:

«No es comparable lo que haya podido pasar en unos cuantos colegios» con «los millones de vidas destruidas por el aborto».  Cañizares.

«Cuando se banaliza el sexo» deja de tener sentido el delito de violación, (revista del Arzobispado de Madrid)

Ofensa a todas aquellas personas que han sido víctimas de abusos y ofensas a las miles de personas en el mundo que han abortado, algunas de forma natural, y otras bajo el supuesto de la necesidad.  Eso por no hablar de las ofensas gravísimas a miles de personas que han sufrido una violación.

Iñaki Gabilondo resumía muy bien la posición de Cañizares y de la revista Alfa Y Omega

«El resultado doctrinal de ese despropósito podría ser el siguiente: permiso para violar y, si de la violación se deriva embarazo, condena por abortar».

A Mayor Oreja, sin embargo las declaraciones no le han parecido tan mal: «la postura del cardenal es exacta». «Ha dicho las dos cosas, bien dichas y en el orden que debe».

Me enteré por Meneame de que «entre el siglo XII y el XIX la docrina de la Iglesia era que «el alma humana entraba en el feto masculino alrededor del día número 40, y en el feto femenino en torno al día 80?. Esto es, unas seis semanas para los varones y nada menos que 12 semanas para las hembras aunque, como no era posible conocer el sexo del feto hasta el parto (o hasta el aborto)»tan sólo se excomulgaba por abortos posteriores al día 80″

No es un asunto importante, porque a nadie decente le extraña que en efecto las ideologías cambien con los tiempos, pero resulta llamativo ¿no?

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