El prestigioso pianista británico que vive en Madrid desde 2017 ha escrito una carta abierta en la que explica los motivos por los que ama a España. Y cita entre ellos la «vitalidad colectiva», la amabilidad de los desconocidos, el diccionario español «equivalente verbal a Chopin», las croquetas, las natillas y el cariño y generosidad que asegura haber sentido por todo el país. James Rhodes, que narró en un libro «Instrumental», cómo la música le ayudó a superar el trauma de los abusos sexuales cuando era niño, revela incluso que su psiquiatra le ve ahora mejor que nunca y el cree que mucho se lo debe a España. La carta ha revolucionado las redes sociales y provocado numerosas reacciones… no todas positivas.

«Me he pasado media vida huyendo. De mí o de los desastres que yo mismo he provocado, por norma general. Pero hace nueve meses dejé de huir. Me instalé en Madrid. Encontré un hogar. Y descubrí en qué consiste tenerlo.» Así empieza la carta de James Rhodes en la que intenta explicar los motivos por los que «ama a España». Y menciona entre ellos desde ver como la gente pasea «tranquila» a la «magia» de las calles Cava Baja y Espíritu Santo, las croquetas de Santerra, los cruasanes del Café Comercial o los análisis de Sálvame.

Pero en la carta también elogia otros muchos aspectos como la sanidad española -al menos al seguro que tiene-, los trenes, el metro, los taxistas o «los desconocidos amabilísimos». Hasta el punto que asegura: «A lo mejor no me creis, pero no os miento si os digo que aquí todo es mejor». También elogia la «asombrosa capacidad de insultarse unos a otros» con un idioma «increíble», cuyo diccionario «es el equivalente verbal de Chopin». Añade que admira el tiempo que los españoles dedican a las cosas que importan como la familia y el descanso, aunque apunta: «Inventasteis la siesta, y aun así trabajáis más horas que casi en cualquier otro país de Europa».

James Rhodes también desvela en su carta situaciones que ha vivido como conocer  extraños en el metro con los que ha acabado interpretando a Beethoven, a abuelas que le han hecho torrijas, a pacientes de psiquiátricos cuya valentía le han dejado «flipado» o a vecinos que en lugar de quejarse por el ruido, le han dado bizcochos y pedido que toque el piano un poco más fuerte. Apunta que «evidentemente» también hay problemas en España como las leyes que permiten sentencias como la de La Manada, la indigencia, los recortes en Sanidad o la corrupción, etc. Pero resalta que esto no ha vuelto a los españoles «insensibles, fríos, desagradables y cerrados como ha pasado en tantos países… y, joder, qué orgulloso estoy de ser una figura diminuta y solitaria que deambula por este país asombrándose por su vitalidad colectiva».

El pianista afirma que como extranjero y anglosajón no cree tener el derecho a hablar de política pero asegura: «en Barcelona, Gijón, Madrid, Santiago o Girona, en todas partes, siempre me he encontrado lo mismo: cariño, hospitalidad, sonrisas, generosidad». Revela que recientemente visitó al psiquiatra que le trata desde hace años que le aseguró que pese a las dudas que tuvo sobre su supervivencia durante años, «jamás me había visto tan bien como ahora.  Y ¿sabéis qué? Mucho se lo debo a España.»

La carta ha tenido un enorme impacto en las redes sociales y ha provocado numerosas reacciones. Muchas positivas y agradecidas, pero también críticas.

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