Existe desde 1998, pero el Centro Internacional de Prensa de Barcelona tiene los días contados. Se creó para dar apoyo logístico a los corresponsales extranjeros en la ciudad, pero está previsto que cierre a partir del 1 de enero a causa de la crisis. Sin embargo varios periodistas de una veintena de países diferentes luchan por mantenerlo abierto y se ha creado incluso una página en Facebook pidiendo que se salve el CIPB.

Detrás de la decisión del cierre parece estar una deuda de un millón de euros en concepto de alquiler  del CIPB al Colegio de Periodistas de Cataluña, que albergaba la sede. «Son momentos muy delicados para la profesión, que el año pasado perdió en Cataluña 700 puestos de trabajo. Hoy el colegio necesita destinar sus ya escasos recursos a tareas de formación y bolsas de trabajo, eso es ahora prioritario», exponen los rectores para justificar el cierre de estas instalaciones.

El Centro Internacional de Prensa de Barcelona acoge de manera estable a una treintena de corresponsales que trabajan desde Barcelona para medios de comunicación de 17 países, como Alemania, Argentina, Bélgica, Brasil, Bulgaria, Canadá, Dinamarca, Estados Unidos y Marruecos. Pero los propios periodistas aseguran lo usan muchos más profesionales y se están moviendo para luchar contra el cierre. Además de reuniones con responsables y partidos políticos, sopesan realizar algun tipo de acto de protesta público.

Actualmente, la periodista Rosa Maria Calaf es la presidenta del centro, que ofrece 18 puestos con los medios necesarios para el trabajo de los periodistas, que pueden consultar los 41 diarios y revistas disponibles, teletipos de las principales agencias de noticias y usar los ordenadores con conexión a Internet. El CIPB dispone también de un plató de televisión, cinco cabinas telefónicas y dos faxes.

El Colegio de Periodistas negocia con el resto de los miembros del consorcio (Generalitat, Ayuntamiento y Cámara de Comercio) refundar el CIPB en un organismo que funcione ante acontecimientos concretos de gran envergadura, como la visita del Papa. Pero muchas de las voces que se oyen en la red consideran que sería «un desprestigio para Barcelona».

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