Hay quien se escandaliza porque recomiendo la  obra de Saramago a jóvenes incipientemente inquietos por la lectura. Muchos me tachan de snob  por encontrar en Almodóvar la terapia adecuada para mis momentos bajos (a parte de  reconocer su genialidad puntual, es difícil para mí colgarme de la misma cuerda de humor que la mayoría de los humanos y en éste caso se da);  y en tercer lugar, me sorprende que cuarenta y tres millones de decepcionados no hayan sido capaces de comprender que El Código da Vinci, no  pretende encontrar el Grial sino buscarlo. A la vida  igual que a Saramago, Almodóvar y a  EL Código da Vinci, hay que tomarlos sorbo a sorbo, como los buenos vinos. No se trata de tragarse la botella entera de golpe (para emborracharse basta con  Don Simón), porque cada gota es oro puro y hay que pasearla por el paladar para encontrar su secreto. ¿Importa realmente si la humanidad se vuelve ciega de repente? ¿si recuperan todos lo vista o no? (Ensayo sobre la ceguera. Saramago); ¿importa si el globo del padre Bartolomeu Louren?o llega finalmente a volar? (Memorial del convento) . Lo que importa es consentir  y aceptar que cada frase tiene vida propia, para  llegar a darse cuenta de que éste autor ??se recrea recreando?. De la misma manera, acercarse al escritor dejándose llevar únicamente  por su renombre de Nobel, es perderse la fascinación de su descubrimiento. Sobre la obra de Saramago hay que pasearse desnudándola poco a poco, sin nombre, sin apellido. Con Almodóvar pasa lo mismo. No son los guiones el peso de su obra; no sirve perseguir la gran historia. Escena a escena  se derrama salpicando de chispas, con gestos- luces ?? adornos…, la cotidianeidad, renovándola como una recién nacida  ¡así de simple y así de único! (inolvidable la conversación de C.Maura con sus macetas, en plena depresión, en «Mujeres…; o la ocultación del libro bajo las posaderas de   Chus Lampreave,  en ??Entre Tinieblas?).

¿En El Código da Vinci nadie se pregunta si los personajes comen…, duermen…, se lavan…?. ¿Por qué sus reacciones son esas y no otras…?. ¿Nadie se fija en la mirada del fraile traicionado por los suyos…?. El mensaje no está en si Jesús se casó o si Magdalena es o no Pedro (no me sorprende que con esas únicas inquietudes decepcione el final. Y como siempre, la iglesia Católica ha perdido otra buena oportunidad). La clave está en que el desenlace, sea cual sea, es lo que menos importa porque a fin de cuentas no hubiese variado para nada el curso de la historia. Solo habría cambiado si hubiese importado cada ápice de ella, cada parcela, cada dolor….
 El arte y el conocimiento hay que tomarlos sin atracones para no perderse su esencia, su auténtico sentido. Pero en definitiva, como me decía alguien y yo estoy de acuerdo, hubo mas de una Eva. Para quienes a pesar de todo prefieren las cáscaras a las nueces, hay donde elegir y sitio para todos,  y además a los que sin probar enjuician siempre les quedarán «los chiquiprecios».

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