El calentamiento global ocasionado por la dependencia de los combustibles fósiles está causando graves impactos en la salud en todo el planeta. Es lo que asegura un informe de The Lancet, del que se hace eco la Agencia Sinc, y en donde se recalca que la persistente y excesiva dependencia de combustibles fósiles está empeorando la crisis causando enfermedades, muertes e inseguridad alimentaria en el mundo.

Mientras los países y los sistemas sanitarios siguen lidiando con las implicaciones sanitarias, sociales y económicas de la pandemia de la covid-19, el conflicto en Ucrania y una crisis energética y del coste de la vida a escala mundial, el cambio climático sigue aumentando sin cesar. La dependencia de los combustibles fósiles está agravando las repercusiones sanitarias de estas crisis, según el séptimo informe La cuenta atrás sobre la salud y el cambio climático (The Lancet Countdown on Health and Climate Change).

«Nuestro estudio revela que nos encontramos en una coyuntura crítica. Vemos cómo el cambio climático está provocando graves impactos en la salud en todo el mundo, mientras que la persistente dependencia mundial de los combustibles fósiles agrava estos daños para la salud en medio de múltiples crisis mundiales. Ello mantiene a los hogares vulnerables a los volátiles mercados de combustibles fósiles, expuestos a la pobreza energética y a peligrosos niveles de contaminación atmosférica», afirma Marina Romanello, directora ejecutiva del informe en la University College de Londres.

The Lancet Countdown representa el trabajo de 99 expertos de 51 instituciones, incluidas la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Organización Meteorológica Mundial (OMM), y está dirigido por el University College de Londres. Se publica antes de la 27ª a Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP27), y presenta 43 indicadores que incluyen métricas nuevas y mejoradas que vigilan el impacto de las temperaturas extremas en la inseguridad alimentaria, la contaminación del aire en los hogares y la adecuación de la industria de los combustibles fósiles a un futuro saludable.

«A pesar de los desafíos, hay pruebas claras de que una acción inmediata podría salvar la vida de millones de personas, con un rápido cambio hacia la energía limpia y la eficiencia energética. Una acción climática acelerada aportaría beneficios en cascada, con sistemas sanitarios, alimentarios y energéticos más resistentes. Con un mundo en plena agitación, los gobiernos y las empresas tienen la oportunidad de situar la salud en el centro de una respuesta alineada a estas crisis concurrentes, y ofrecer un futuro saludable y seguro para todos», añade Romanello.

Amplificación de los impactos sanitarios de las múltiples crisis

El trabajo recalca que la persistente dependencia excesiva de los combustibles fósiles está empeorando rápidamente el cambio climático, lo que provoca peligrosas repercusiones en la salud en todo el mundo. Los datos muestran que ningún país está a salvo. El cambio climático aumenta la probabilidad y la gravedad de fenómenos meteorológicos extremos como olas de calor, fuertes precipitaciones, incendios forestales, tormentas y sequías, que cuestan cientos de miles de vidas cada año en todo el mundo.

En este sentido, los incendios forestales causaron devastación en Canadá, Estados Unidos, Grecia, Argelia, Italia, España y Turquía, y se registraron temperaturas récord en Australia, Canadá, India o Reino Unido.

«Los sistemas sanitarios son la primera línea de defensa para tratar los impactos en la salud física y mental de los fenómenos meteorológicos extremos y de los demás impactos de un clima cambiante. Pero los sistemas sanitarios están luchando para hacer frente a la carga de la pandemia de la covid-19, a las interrupciones de la cadena de suministro y a otros retos, poniendo vidas en peligro, hoy y en el futuro», dice Kristie Ebi, líder del grupo de trabajo del informe sobre adaptación, planificación y resiliencia para la salud y profesora del Centro de Salud y Medio Ambiente Global de la Universidad de Washington.

Los datos del informe de este año sugieren que, a corto plazo, el cambio climático está afectando a todos los pilares de la seguridad alimentaria. El aumento de las temperaturas y los fenómenos meteorológicos extremos amenazan directamente el rendimiento de las cosechas acortando la temporada de crecimiento de los cultivos en 9,3 días para el maíz, 1,7 días para el arroz y 6 días para el trigo de invierno y primavera.

El calor extremo se asoció con 98 millones más de personas que declararon inseguridad alimentaria de moderada a grave en 103 países en 2020, en comparación con los años anteriores entre 1981 y 2010. En promedio, un 29 % más de la superficie terrestre mundial se vio afectada por la sequía extrema anualmente entre 2012-2021, que entre 1951-1960, poniendo a las personas en riesgo de inseguridad hídrica y alimentaria, destaca el trabajo.

«El cambio climático ya está teniendo un impacto negativo en la seguridad alimentaria, con implicaciones preocupantes para la malnutrición y la desnutrición. Un mayor aumento de la temperatura, de la frecuencia e intensidad de los fenómenos meteorológicos extremos y de las concentraciones de dióxido de carbono, ejercerá aún más presión sobre la disponibilidad y el acceso a alimentos nutritivos, especialmente para los más vulnerables», dice Elizabeth Robinson, coautora del trabajo y directora del Instituto de Investigación Grantham de la London School of Economics.

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